jueves, 11 de diciembre de 2008

Vía Pública

jueves, 11 de diciembre de 2008

Por Juan Pedro Lührs Berger




Debo hacer una confesión, en varias ocasiones me he valido de la vía pública, y especialmente de las plazas, para compartir unos “traguillos” con los amigos. Dicen que el peligro hace las cosas más atractivas y es verdad, el hecho de estar pendiente de si llegan los carabineros hace de eso algo especial.
Quizás es una de las cosas que más extraño de mis tiempos como “menor de edad”. Esas piscolas sin un solo hielo y unas conversaciones fuera de lo rutinario lo hacían algo notable, y si bien aún lo repito de vez en cuando, ya no es lo mismo.
Recuerdo la primera vez que tuve la idea de beber en una plaza, andaba con varios amigos y no teníamos dónde tomar, puesto que, cuando eres más joven no tienes las agallas para decirle a tus “papis” que te vas a juntar a tomar en la casa.
En esa ocasión abrimos el pisco, comenzamos a servir y aparecieron los pacos: “¡Corran cabros!”. Fue el llamado de alarma, aquella vez me “bautizé”.
Pero por lejos la ocasión que más recuerdo fue aquella en que, con 5 amigos, decidimos ir a “compartir” a una plaza cercana. Abrimos y comenzó la cuestión… De pronto, comenzamos el “dominó etílico”, que en pocas palabras, es el juego más destructivo existente sobre la faz de la tierra. El problema se dio al irse uno de nuestros contertulios, no sé que fue lo que pasó, pero de pronto, dos de mis compañeros de aventura se unieron a la familia “Guajardo”, otro, atacado por la melancolía y el despecho, comenzó a llamar a su antiguo amor, mientras que el cuarto, cual Gokú, se puso a hacer piruetas.
Con el otro sobrio los mirábamos y reflexionábamos sobre aquella patética escena que presenciaban nuestros ojos, sin bacilar, debimos socorrer a nuestros “amiguis”. Pero lejos lo más preocupante era la inminente aparición de la fuerza pública y el obvio descubrimiento de nuestra ilegal acción, razón por la cual entremos en un plan de des-curar a la gente con algunos remedios caseros que cada quien había visto en la televisión por cable, pero no resultó. Todo terminó en una horrible y larga espera hasta que los borrachines se encontraron en forma para devolverse a sus hogares.
Esa historia igual es fome, pero no podía dejar de mencionarla, puesto que fue la más traumática de todas.
Y, ¿Cuál es la el “brillo” de tomar en una plaza? Bueno, además de lo entretenido que es estar al acecho de los pacos, hay algo que impagable, y que son los juegos. ¿Acaso alguien puede decirme que no es divertido ver a alguien en estado de embriaguez sobre un resbalín?.
Otro lugar que es notable es la playa, porque además de ser un sector ideal para socializar, los carabineros pasan ¡Siempre! y además es extremadamente fácil burlarlos. Hay tres técnicas predilectas, la primera, que es la que usan los santiaguinos, porque en el litoral siempre se distingue al capitalino huevón, claramente los más vivos nos camuflamos. Esos tipejos, al ver la patrulla acercarse, se paran y caminan rápido con su copete. Ésta los sigue y se los lleva.
Los más sagaces usamos dos muy efectivas. Si la patrulla para cuando estás sentado, entierra la botella, ojalá con una bolsa, para no degustar el sabor de la arenita.
Si cuando se aproximan tú estás caminando, bota el vituperio y sigue tu camino, después la vuelves a buscar.
Pero si no te percatas de su llegada y se instalan justo al lado tuyo, persígnate, nada que hacer, se salva la botella o tú, suele ser mejor que boten el alcohol a que lo boten a uno en la comisaría.
Beber en la vía pública es una experiencia muy simpaticona, pero hay que ser vivo y, acá va el mensaje de “Don Graf”, aunque sea un poquito, responsable. La ley que no deja tomar en la calle está hecha gracias a los “chicos listos” que han hecho cualquier tontera en ésta, pero si se utiliza el cerebro, no hay peligro.

0 comentarios: