jueves, 11 de diciembre de 2008

El lugar predilecto

jueves, 11 de diciembre de 2008



En esta ocasión escribiré sobre mi sucucho preferido, “Locos Por el Deporte” se llama, y se ubica en la avenida Pío Nono, barrio Bellavista.


Por Juan Pedro Lührs Berger

A unas dos cuadras de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile se ubica el cada vez más famoso bar. ¿Cuál es su gracia? Que tiene las chelitas más baratas del sector, a $990.
Posee tres tipos de ubicación: Mesas en la vereda, mesas adentro (si odia el cigarro, le conviene afuera) y una barra para los solitarios. Además está equipado con cerca de diez televisores, los cuales están absolutamente todo el día sintonizados en Fox Sports.
El personaje más llamativo del lugar es el mesero-guardia, a quien llamaré “La Roca”, un tipo de un poco menos de dos metros y de contextura gruesa. La primera vez que lo vi me sorprendió, puesto que mientras conversaba con unos amigos, él se acercó y le dijo a uno de ellos que se parecía a Gumucio (Sí, el de Plan Z), así estuvimos compartiendo por largo rato con él, hasta que de pronto comenzó a hablarnos, con un claro dominio, sobre Habermas y sus postulados. El tema dio para mucho rato y al marcharse, comentamos lo bizarra de la situación, fue extraño, uno no suele encontrarse con gente de un nivel intelectual tan elevado y no se esperaría que el mesero del local más barato de Bellavista lo fuera.
En otra ocasión, The Rock (como se dice en inglés), se me cayó del pedestal. Todo pasó cuando un hombre de aspecto humilde y descuidado se puso a vender palos santos a las mesas de afuera. Al divisarlo, el mesero-guardia se le acercó y lo incitó para que se fuera, tras un pequeño forcejeo, el “comerciante” se largó. Unos clientes que adquirieron uno de los artilugios en cuestión le dijeron: “Ya po’ loco, más tranquilo si el compadrito no estaba haciendo ná’ malo”. Cuando la cosa se empezó a poner tensa, el guardia se fue.
En ese momento la gente de la mesa del lado, los que discutieron con el mesero, nos comienzan a meter conversa: “Que la cosa no puede ser así”, “Estos santiaguinos tal por cual”. En eso uno de ellos nos cuenta que es del Sur y que trabaja en Caldera o uno de esos lugares del Norte de Chile. Nos dice que él se fue de la casa a los 18 años e hizo un curso de soldadura, que es de lo que vive ahora. Está feliz con su vida, pero agrega: “Lo único malo del Norte es… ¡Que no hay minas!”. La carcajada fue general, pero después de un rato ya me había aburrido y ¿Cómo cortar una conversación sin irte? No hay cómo, además, la gente con que estaba parecía interesada en las aventuras del sureño. Cuando por fin se marchó, comenté: “El loco bueno pa’ dar la lata” y uno de mis compañeros agrega: “Yo quería que se callara, pero los veía a ustedes tan entretenidos…”. Todos estábamos chatos.
En otra ocasión, de vuelta de un viaje a Valparaíso, pasé con tres amigos a compartir una cervecita. Cuando ya se habían vaciado casi todas, una mujer nos pregunta: “Cabros, ¿Tienen polola? Es que estoy vendiendo aritos”. En eso, uno de mis camaradas, más borracho que el Ruperto, le dice: “No, es que yo no creo en el amor”. Y comienza un monólogo digno de Hamlet sobre el amor, los libros, la televisión, la satisfacción y el dinero, todo esto decorado con extraños ejemplos de los chanchos. La verdad es que no recuerdo como fueron hiladas todas estas ideas, pero al cabo de más de una hora, la chica, sin previo aviso, se dio media vuelta y se fue. “¿La latié?” Dijo mi amigo. “De principio a fin compadre”, fue la respuesta.
El espacio avanza e historia quedan muchas, pero con las ya contadas ilustro, en alguna manera, lo peculiar de este, cada vez más querido, antro.
Tips


Si va, llegue temprano, las mesas se acaban.
La cerveza vale 990, pero los $10 nunca vuelven.
A la vuelta, pase a comerse un italiano donde la “Tía Castrol”, el carrito que está frente a la Escuela de Derecho.
Hoy salió en el diario que algunas mujeres que rondan el barrio se echan una cuestión alucinógena en el escote y si uno mira mucho, le roban todo y termina en pelota. ¡Cuidado!.

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