Por Macarena Richmond
“¿Con quién quieres hablar? ¿Con el personaje o con quien está detrás del personaje?”, es lo primero que pregunta Póstuma ante la petición de una entrevista. Me agrada la idea de tener dos entrevistados en uno y le respondo que me gustaría conocer sobre los dos, pero en este primer encuentro preferiría hablar con quien esta detrás del personaje. Después de esta aclaración, quedamos de juntarnos en las boleterías del Metro Bellas Artes. Le pido el nombre, pero me dice que le diga Póstuma.
Llego con anticipación al lugar de encuentro, así que aprovecho de leer para que se me haga más corta la espera. Miro el reloj a cada rato y observo alrededor. Es una estación de gente linda: aparecen mujeres de cuerpos muy bien cuidados, hombres atléticos, muy guapos y bien vestidos. Gente refinada, jóvenes estudiantes de alguna carrera artística, parejas de gays que se saludan cariñosamente.
En estas observaciones estoy cuando miro el reloj y ya han pasado diez minutos desde la hora fijada para el encuentro. Pienso que tal vez Póstuma se arrepintió o quizá esté observándome desde algún lugar. Hay un hombre que me mira desde la escalera contraria. ¿Y si es Póstuma? Pienso en acercarme, pero me contengo ante la absurda imagen de verme ante ese hombre con cara de que estoy loca o ebria por preguntarle si es “póstuma”. Mejor espero y confío en que llegará. Más que mal, Póstuma tiene mi teléfono.
Cuando ya han pasado veinte minutos siento que mi celular vibra, es Póstuma que me dice ir bajando a las boleterías. Intento imaginar cómo será, pero no hay modo de traspasar el excesivo maquillaje del personaje. Al fin nos encontramos. Póstuma es guapo. Debe medir alrededor de 1, 80, es moreno, de ojos pardos rasgados, labios carnosos y cuerpo atlético. Lleva una camisa blanca ajustada, abierta en los primero tres botones, dejando ver que es un hombre de pelo en pecho. Póstuma se llama José.
Cuando llega se disculpa por el atraso, se reconoce impuntual siempre o la mayoría de las veces. Me propone ir a un café que le gusta mucho, así es que hacia allá nos dirigimos. Llegamos al Café Tomodachi en el barrio Bellas Artes y nos sentamos en la terraza. José, me dice que le encanta sentarse en este café, se siente cómodo y en su espacio. Lo comprendo absolutamente al mirar el entorno: soy la única mujer, el resto, hombres que les gustan los hombres.
A José también le gustan los hombres. Se dio cuenta desde pequeño que era homosexual por las cosas que le gustaban. Jugaba con sus hermanas a los vendedores y él era una señora distinguida, con mucha plata que les compraba toda la mercadería. Además de eso, Ángel, la niña de las flores, era su serie de dibujos animados preferida, tanto así que llegó a creerse Ángel, y se fabricó su propia llave floral para salir en busca de la flor de los siete colores.
La flor la encontró a los 23 años, cuando un amigo lo invita a una disco gay. Desde ese momento se asumió completamente, se sintió más tranquilo al ver a tantos otros hombres en la misma situación. Amó ese lugar porque pudo ser él mismo, con su voz y movimientos más suaves y al fin pudo coquetear abiertamente con otros hombres sin el temor a no ser correspondido.
El diseñador
José, tiene 29 años, es diseñador y desde el 2001 trabaja en la misma agencia de publicidad en donde hizo su práctica. Gracias a un reemplazo logró quedarse. Hoy es jefe de sección y tiene a su cargo a los alumnos que llegan a realizar prácticas. Su jornada comienza a las 8 de la mañana, cuando el sonido de un gallo le avisa desde el velador que tiene que levantarse. Es el despertador que suena tres veces antes de que José logre salir de la cama.
A la agencia entra a las 9 de la mañana, aunque siempre llega algo atrasado. La relación que tiene con sus compañeros es algo distante, pues los considera gente superficial y que sólo aprecian a la gente que puede brindarles algo a cambio. Se considera pesado con sus compañeros, aunque siempre intenta mantener una buena convivencia para hacer más amenas las jornadas laborales de la semana. Jornadas que terminan a las seis de la tarde.
En el trabajo debe diseñar afiches, logos, marcas, en general, imágenes atractivas. Sabe que es creativo, que las cosas se le ocurren con facilidad por lo que le queda bastante tiempo libre en su trabajo. Estos espacios los aprovecha para diseñar un comic denominado La reina del mal, una lucha entre fuerzas que se oponen.
En general, José intenta pasar desapercibido. Quiere ser parte del sistema, por lo que está dispuesto a respetar las reglas tácitas sociales, por lo tanto no anda gritando que es gay, de hecho no le gustan las locas, ese tipo de gay que exagera todos sus movimientos, palabras y vestuario para no pasar desapercibidos. Él no tiene problemas en hablar de su homosexualidad, pero si nadie lo nota, quizá sea mejor.
José es desconfiado, me dice que mejor guarde la grabadora porque me la pueden robar. Sus ojos están siempre atentos a lo que pasa alrededor. Es esta desconfianza la que ha impedido que pueda contarle a algún compañero sobre su otro trabajo, ése que realiza en las noches de fin de semana, el que realmente disfruta, pero que pocas personas saben que realiza.
Nace una reina
Cuando José comienza a hablar de Póstuma, los ojos le brillan y su cara manifiesta clara satisfacción. Se nota que quiere a Póstuma, pese a haberle traído más de un problema. La idea de Póstuma nació cuando el 2005 comenzó a asesorar a un Drag Queen en su maquillaje y vestuario. Los Drag Queen son, por lo general, hombres que se visten de mujer exagerando sus formas y comportamientos para dar efectos cómicos o dramáticos a sus personajes en determinados shows. En las asesorías pasaron meses hasta que otro Drag, del que se había hecho amigo, le sugirió bailar él.
José, es tímido y le daba vergüenza salir a bailar. Aparte de eso, no quería que lo reconocieran. Podía ir alguien de su trabajo y lo vería convertido en mujer, haciendo un show. Lo de su homosexualidad es sabido, pero el espectáculo es el que le daba pudor, aunque la idea comenzó a rondarle en la cabeza.
Pasó todo 2005 y finalizando el año, la Drag Queen a quien asesoraba quiso cambiar el estilo que le proponía José, quería tener un aspecto más parecido al de las otras Drag: mujeres despampanantes, voluptuosas y sensuales. Es en este momento que José decide convertirse en Póstuma.
En las noches, cuando todos en su casa dormían, José comenzó a practicar distintos maquillajes. Quería lograr uno que realmente le transformara los rasgos, que lo hiciera irreconocible. Comenzó a comprar telas y también adquirió una máquina de coser para fabricarse él mismo su vestuario. Es que le carga pedir favores y que lo miren con cara de desagrado. Prefiere arreglárselas por sí mismo y evitar ese tipo de cosas.
José, sabía que si quería llamar la atención tenía que buscar algo distinto a lo que se acostumbra a ver en los espectáculos de Drag Queen. Si intentaba parecerse a una sensual mujer, se confundiría entre las demás, que ya eran demasiadas. También quería alejarse del estereotipo de la mujer suave y romántica. Prefería jugar con un personaje de maldad.
Con todas estas ideas comienza a dar lentamente vida a Póstuma o Maldita Póstuma, una reina de las tinieblas que viene a burlarse y vengarse de todo aquel que ose entrometerse en su camino. De a poco, Póstuma fue adquiriendo notoriedad entre el círculo de Drags Queens. Se creó un Fotolog donde escribía y maldecía a todo el que le caía mal. En Facebook le hicieron un fun club, donde sus súbditos o postumínes, como ella los llama, pueden ver fotos y dejar mensajes a este exótico personaje.
Actualmente Póstuma se presenta en la discoteca Búnker. Todos lo viernes y sábados, a partir de las 12 de la noche comienza su espectáculo donde es presentada como la más mala, la que si no recibe aplausos será capaz de matarlos a todos con una fulminante maldición. Póstuma baila, deslumbra y es feliz
No le interesa parecerse a las típicas Drag Queen, aparte que eso implicaría depilarse, algo a lo que se rehúsa después de haberlo intentado una vez y sentir el dolor más grande de su vida, sin contar la picazón que sintió después, cuando comenzaron a crecerle los vellos nuevamente. Tampoco está dispuesto a doblarse el pene hacia atrás para dejar esa zona plana, técnica que utiliza la mayoría de los Drag Queen. Prefiere seguir con su disfraz camuflador.
Para el Gay Parade 2008, evento electrónico contra la discriminación, realizado en el Paseo Bulnes, en el centro de Santiago, Póstuma participó. Era la primera vez que se exponía ante público en general. En un comienzo no quería, le daba miedo la reacción que pudiera tener la gente ante el personaje o la presencia inesperada de algún neo nazi, pero Lita, su mejor amiga en la actual discoteca en la que baila, la convenció diciéndole que iría una Drag que les cae mal y podrían molestarla. Ese argumento le bastó a José para revivir a Póstuma en el evento.
Si bien no pudieron molestar a la Drag Queen enemiga porque se arrancó, Póstuma pudo sentirse una estrella Hollywoodense. Todos querían fotos con ella, la seguía un séquito de admiradores, otros tantos se acercaban para decirle que les encantaba, etc. Fue una experiencia enriquecedora, en que sintió que su trabajo era reconocido valorado y admirado. Fue toda una estrella, una verdadera reina.
En el castillo
Al día siguiente del show realizado en la discoteca, José duerme hasta las tres, luego se levanta, almuerza y se va a su pieza a ver tele o escuchar a Marilyn Manson, su cantante preferido e inspirador del nombre Póstuma gracias a una de sus canciones. Mientras hace esto, aprovecha de coser algún traje. Las pelucas las tiene guardadas en su pieza, son hechas de esponja y, por supuesto, fabricadas por él mismo.
En su casa, sólo sus hermanas saben que baila de Drag Queen, ni su mamá ni su papá saben. Cuando le encontraron las pelucas en su pieza lo primero que se le ocurrió inventar es que las arrendaba a empresas para eventos. Nunca más se habló del tema. Sus padres tampoco saben de su homosexualidad. A su mamá mejor ni hablarle del tema, “es muy llorona- dice José-. Imagínate, cuando mi hermana se casó, lloró seis meses, si le digo, tiene para un año.”
Para el futuro, José, tiene pensado ahorrar más plata y poner su propio negocio relacionado con el diseño, una agencia no estaría mal. Le gustaría tener una pareja que entendiera que él también es Póstuma, no como la anterior que tuvo, que no lo comprendió, le dio vergüenza. Hijos no le gustaría adoptar, “los niños son crueles y lo molestarían. Prefiero ser un buen tío con los hijos de mis hermanas.”
Por su parte, a Póstuma le gustaría, en unos años más, tener un programa de televisión, al estilo de Cara & Sello, donde pueda mostrar las dos caras de una moneda, los extremos de una sociedad contradictoria tal vez.
La entrevista está terminando. Un grupo de gays le silban y le gritan “rico” a un hombre guapo y musculoso que pasa por la terraza del Café. José se ríe y me vuelve a decir que le encanta este lugar, es su espacio y hay muchos hombres como él. Pagamos la cuenta y vamos caminando hasta Plaza de Armas. En el camino pienso que nadie se imagina que este hombre alto y atlético por las noches se transforma en una diva del mal, una reina con cabellera de medusa y formas cercanas a una Barbie, pero una Barbie sólo para hombres.
“¿Con quién quieres hablar? ¿Con el personaje o con quien está detrás del personaje?”, es lo primero que pregunta Póstuma ante la petición de una entrevista. Me agrada la idea de tener dos entrevistados en uno y le respondo que me gustaría conocer sobre los dos, pero en este primer encuentro preferiría hablar con quien esta detrás del personaje. Después de esta aclaración, quedamos de juntarnos en las boleterías del Metro Bellas Artes. Le pido el nombre, pero me dice que le diga Póstuma.
Llego con anticipación al lugar de encuentro, así que aprovecho de leer para que se me haga más corta la espera. Miro el reloj a cada rato y observo alrededor. Es una estación de gente linda: aparecen mujeres de cuerpos muy bien cuidados, hombres atléticos, muy guapos y bien vestidos. Gente refinada, jóvenes estudiantes de alguna carrera artística, parejas de gays que se saludan cariñosamente.
En estas observaciones estoy cuando miro el reloj y ya han pasado diez minutos desde la hora fijada para el encuentro. Pienso que tal vez Póstuma se arrepintió o quizá esté observándome desde algún lugar. Hay un hombre que me mira desde la escalera contraria. ¿Y si es Póstuma? Pienso en acercarme, pero me contengo ante la absurda imagen de verme ante ese hombre con cara de que estoy loca o ebria por preguntarle si es “póstuma”. Mejor espero y confío en que llegará. Más que mal, Póstuma tiene mi teléfono.
Cuando ya han pasado veinte minutos siento que mi celular vibra, es Póstuma que me dice ir bajando a las boleterías. Intento imaginar cómo será, pero no hay modo de traspasar el excesivo maquillaje del personaje. Al fin nos encontramos. Póstuma es guapo. Debe medir alrededor de 1, 80, es moreno, de ojos pardos rasgados, labios carnosos y cuerpo atlético. Lleva una camisa blanca ajustada, abierta en los primero tres botones, dejando ver que es un hombre de pelo en pecho. Póstuma se llama José.
Cuando llega se disculpa por el atraso, se reconoce impuntual siempre o la mayoría de las veces. Me propone ir a un café que le gusta mucho, así es que hacia allá nos dirigimos. Llegamos al Café Tomodachi en el barrio Bellas Artes y nos sentamos en la terraza. José, me dice que le encanta sentarse en este café, se siente cómodo y en su espacio. Lo comprendo absolutamente al mirar el entorno: soy la única mujer, el resto, hombres que les gustan los hombres.
A José también le gustan los hombres. Se dio cuenta desde pequeño que era homosexual por las cosas que le gustaban. Jugaba con sus hermanas a los vendedores y él era una señora distinguida, con mucha plata que les compraba toda la mercadería. Además de eso, Ángel, la niña de las flores, era su serie de dibujos animados preferida, tanto así que llegó a creerse Ángel, y se fabricó su propia llave floral para salir en busca de la flor de los siete colores.
La flor la encontró a los 23 años, cuando un amigo lo invita a una disco gay. Desde ese momento se asumió completamente, se sintió más tranquilo al ver a tantos otros hombres en la misma situación. Amó ese lugar porque pudo ser él mismo, con su voz y movimientos más suaves y al fin pudo coquetear abiertamente con otros hombres sin el temor a no ser correspondido.
El diseñador
José, tiene 29 años, es diseñador y desde el 2001 trabaja en la misma agencia de publicidad en donde hizo su práctica. Gracias a un reemplazo logró quedarse. Hoy es jefe de sección y tiene a su cargo a los alumnos que llegan a realizar prácticas. Su jornada comienza a las 8 de la mañana, cuando el sonido de un gallo le avisa desde el velador que tiene que levantarse. Es el despertador que suena tres veces antes de que José logre salir de la cama.
A la agencia entra a las 9 de la mañana, aunque siempre llega algo atrasado. La relación que tiene con sus compañeros es algo distante, pues los considera gente superficial y que sólo aprecian a la gente que puede brindarles algo a cambio. Se considera pesado con sus compañeros, aunque siempre intenta mantener una buena convivencia para hacer más amenas las jornadas laborales de la semana. Jornadas que terminan a las seis de la tarde.
En el trabajo debe diseñar afiches, logos, marcas, en general, imágenes atractivas. Sabe que es creativo, que las cosas se le ocurren con facilidad por lo que le queda bastante tiempo libre en su trabajo. Estos espacios los aprovecha para diseñar un comic denominado La reina del mal, una lucha entre fuerzas que se oponen.
En general, José intenta pasar desapercibido. Quiere ser parte del sistema, por lo que está dispuesto a respetar las reglas tácitas sociales, por lo tanto no anda gritando que es gay, de hecho no le gustan las locas, ese tipo de gay que exagera todos sus movimientos, palabras y vestuario para no pasar desapercibidos. Él no tiene problemas en hablar de su homosexualidad, pero si nadie lo nota, quizá sea mejor.
José es desconfiado, me dice que mejor guarde la grabadora porque me la pueden robar. Sus ojos están siempre atentos a lo que pasa alrededor. Es esta desconfianza la que ha impedido que pueda contarle a algún compañero sobre su otro trabajo, ése que realiza en las noches de fin de semana, el que realmente disfruta, pero que pocas personas saben que realiza.
Nace una reina
Cuando José comienza a hablar de Póstuma, los ojos le brillan y su cara manifiesta clara satisfacción. Se nota que quiere a Póstuma, pese a haberle traído más de un problema. La idea de Póstuma nació cuando el 2005 comenzó a asesorar a un Drag Queen en su maquillaje y vestuario. Los Drag Queen son, por lo general, hombres que se visten de mujer exagerando sus formas y comportamientos para dar efectos cómicos o dramáticos a sus personajes en determinados shows. En las asesorías pasaron meses hasta que otro Drag, del que se había hecho amigo, le sugirió bailar él.
José, es tímido y le daba vergüenza salir a bailar. Aparte de eso, no quería que lo reconocieran. Podía ir alguien de su trabajo y lo vería convertido en mujer, haciendo un show. Lo de su homosexualidad es sabido, pero el espectáculo es el que le daba pudor, aunque la idea comenzó a rondarle en la cabeza.
Pasó todo 2005 y finalizando el año, la Drag Queen a quien asesoraba quiso cambiar el estilo que le proponía José, quería tener un aspecto más parecido al de las otras Drag: mujeres despampanantes, voluptuosas y sensuales. Es en este momento que José decide convertirse en Póstuma.
En las noches, cuando todos en su casa dormían, José comenzó a practicar distintos maquillajes. Quería lograr uno que realmente le transformara los rasgos, que lo hiciera irreconocible. Comenzó a comprar telas y también adquirió una máquina de coser para fabricarse él mismo su vestuario. Es que le carga pedir favores y que lo miren con cara de desagrado. Prefiere arreglárselas por sí mismo y evitar ese tipo de cosas.
José, sabía que si quería llamar la atención tenía que buscar algo distinto a lo que se acostumbra a ver en los espectáculos de Drag Queen. Si intentaba parecerse a una sensual mujer, se confundiría entre las demás, que ya eran demasiadas. También quería alejarse del estereotipo de la mujer suave y romántica. Prefería jugar con un personaje de maldad.
Con todas estas ideas comienza a dar lentamente vida a Póstuma o Maldita Póstuma, una reina de las tinieblas que viene a burlarse y vengarse de todo aquel que ose entrometerse en su camino. De a poco, Póstuma fue adquiriendo notoriedad entre el círculo de Drags Queens. Se creó un Fotolog donde escribía y maldecía a todo el que le caía mal. En Facebook le hicieron un fun club, donde sus súbditos o postumínes, como ella los llama, pueden ver fotos y dejar mensajes a este exótico personaje.
Actualmente Póstuma se presenta en la discoteca Búnker. Todos lo viernes y sábados, a partir de las 12 de la noche comienza su espectáculo donde es presentada como la más mala, la que si no recibe aplausos será capaz de matarlos a todos con una fulminante maldición. Póstuma baila, deslumbra y es feliz
No le interesa parecerse a las típicas Drag Queen, aparte que eso implicaría depilarse, algo a lo que se rehúsa después de haberlo intentado una vez y sentir el dolor más grande de su vida, sin contar la picazón que sintió después, cuando comenzaron a crecerle los vellos nuevamente. Tampoco está dispuesto a doblarse el pene hacia atrás para dejar esa zona plana, técnica que utiliza la mayoría de los Drag Queen. Prefiere seguir con su disfraz camuflador.
Para el Gay Parade 2008, evento electrónico contra la discriminación, realizado en el Paseo Bulnes, en el centro de Santiago, Póstuma participó. Era la primera vez que se exponía ante público en general. En un comienzo no quería, le daba miedo la reacción que pudiera tener la gente ante el personaje o la presencia inesperada de algún neo nazi, pero Lita, su mejor amiga en la actual discoteca en la que baila, la convenció diciéndole que iría una Drag que les cae mal y podrían molestarla. Ese argumento le bastó a José para revivir a Póstuma en el evento.
Si bien no pudieron molestar a la Drag Queen enemiga porque se arrancó, Póstuma pudo sentirse una estrella Hollywoodense. Todos querían fotos con ella, la seguía un séquito de admiradores, otros tantos se acercaban para decirle que les encantaba, etc. Fue una experiencia enriquecedora, en que sintió que su trabajo era reconocido valorado y admirado. Fue toda una estrella, una verdadera reina.
En el castillo
Al día siguiente del show realizado en la discoteca, José duerme hasta las tres, luego se levanta, almuerza y se va a su pieza a ver tele o escuchar a Marilyn Manson, su cantante preferido e inspirador del nombre Póstuma gracias a una de sus canciones. Mientras hace esto, aprovecha de coser algún traje. Las pelucas las tiene guardadas en su pieza, son hechas de esponja y, por supuesto, fabricadas por él mismo.
En su casa, sólo sus hermanas saben que baila de Drag Queen, ni su mamá ni su papá saben. Cuando le encontraron las pelucas en su pieza lo primero que se le ocurrió inventar es que las arrendaba a empresas para eventos. Nunca más se habló del tema. Sus padres tampoco saben de su homosexualidad. A su mamá mejor ni hablarle del tema, “es muy llorona- dice José-. Imagínate, cuando mi hermana se casó, lloró seis meses, si le digo, tiene para un año.”
Para el futuro, José, tiene pensado ahorrar más plata y poner su propio negocio relacionado con el diseño, una agencia no estaría mal. Le gustaría tener una pareja que entendiera que él también es Póstuma, no como la anterior que tuvo, que no lo comprendió, le dio vergüenza. Hijos no le gustaría adoptar, “los niños son crueles y lo molestarían. Prefiero ser un buen tío con los hijos de mis hermanas.”
Por su parte, a Póstuma le gustaría, en unos años más, tener un programa de televisión, al estilo de Cara & Sello, donde pueda mostrar las dos caras de una moneda, los extremos de una sociedad contradictoria tal vez.
La entrevista está terminando. Un grupo de gays le silban y le gritan “rico” a un hombre guapo y musculoso que pasa por la terraza del Café. José se ríe y me vuelve a decir que le encanta este lugar, es su espacio y hay muchos hombres como él. Pagamos la cuenta y vamos caminando hasta Plaza de Armas. En el camino pienso que nadie se imagina que este hombre alto y atlético por las noches se transforma en una diva del mal, una reina con cabellera de medusa y formas cercanas a una Barbie, pero una Barbie sólo para hombres.
0 comentarios:
Publicar un comentario