jueves, 11 de diciembre de 2008
Películas eróticas por Internet
SUEÑOS Y AMBICIONES DE UN APRENDIZ
Por Carlos Andueza
Es posible sentenciar categóricamente que siempre es (y será) difícil para un provinciano llegar a la capital de Chile. Santiago, con sus extensos territorios urbanos, con sus calles atestadas de automóviles y sus veredas atiborradas de gente, constituye un paisaje bastante diferente del que se presenta en las demás ciudades del país. La incorporación a la capital, la adaptación, la costumbre y, finalmente, la búsqueda de las metas personales, son factores que se pueden lograr si se mezclan proporcionalmente la motivación, la resiliencia y la ambición.
Esto, en general, es lo que propone el actor, escritor y dramaturgo Marcelo Sánchez, en su libro Rafael Denegri: Años de Formación y Aprendizaje. Novela breve pero intensa, narra la historia del estudiante universitario Rafael Denegri, y su llegada a Santiago desde Valdivia. Las múltiples experiencias del joven protagonista, inmiscuyen al lector en un viaje por la capital chilena, mostrando imágenes típicas de Santiago desde la sorprendida perspectiva de un sureño. Un recorrido cultural, social y emocional a través de los sectores más tradicionales de la gran ciudad.
Rafael, el protagonista, el provinciano del sur, el estudiante y aprendiz, se mueve dentro de Santiago absorbiendo sus atributos y observando sus vicios. El joven participa en el taller literario de un connotado intelectual, y su motivación y talento los encausará, a como dé lugar, a la realización de su máximo sueño: ser escritor. La metáfora del viaje está presente en la obra desde el punto de vista psicológico más que físico, pues si bien la capital es recorrida, el verdadero camino transcurrido es el de los pensamientos, impresiones y ambiciones de Denegri.
El lenguaje chileno, la prosa simple, y el ritmo adecuado para una novela joven y breve, alcanzan los puntos más altos de la obra de Sánchez. Sin embrago, en ciertos momentos, la historia peca de ingenua, pues el protagonista generalmente no actúa como un lo debería hacer un adolescente de su edad. Es verdad que el autor trata de matar el estigma negativo en el que ha caído la juventud chilena actual, y el esfuerzo se valora pero, al mismo tiempo, le cuesta grados de verosimilitud y atractivo.
Marcelo Sánchez refleja de una excelente manera esa experiencia que le es común a tantas personas diariamente, el incluirse dentro de un ambiente nuevo, tan ameno como hostil, como lo es Santiago de Chile. No obstante, no termina de manifestar correctamente esa lucidez y ambigüedad que sólo la inexperiencia de la juventud logra irradiar.
Esta Lista La Lista
Fother Muckers - Justo y Necesario: Por lejos uno de los más esperados y que, al llegar, ha dejado boquiabierta a la crítica con la propuesta tanto musical como estética que los ex alumnos de la facultad de comunicaciones de
Lidera el ranking por su épico disco. Por donde se mire tiene esa garra que caracteriza a los Fother Muckers respecto a otras bandas chilenas con, aparentemente, todo a su favor. A ellos se les nota que el parto del disco ha dolido lo suficiente. Porque el resultado tiene alma desde que tocamos el plástico que lo protege, desde que esa imitación de caja de pizza se abre, desde que ponemos el disco a girar.
Cristián ‘Soko’ Soto y Gonzalo Núñez, en batería y guitarras, respectivamente, han sido todo un hallazgo, pues refuerzan el intenso vivo de este disco. En él la batería la toca el Teleradio Donoso Martín del Real, quien se automargina de la banda para tomar partido en el grupo del inquietante songwriter Alex Anwandter. Como último registro del ruliento guitarrista-baterista, cabe preguntarse las razones más profundas para haber decidido tal alternativa, pues se manda un muy buen trabajo.
Se nota un crecimiento, una evolución que se explica en cada centímetro del disco y sus chiches (el arte más maravilloso del rock chileno según el destacadísimo crítico Christian Ramirez), además de la aparición en los créditos de Angelo Pierattini dirigiendo artísticamente a la banda en este disco. No quieren ni están para cosas chicas. Eso es Justo y Necesario.
Angelo Pierattini & Las Calaveras Errantes - Vol I
Se nota que se cansó, que escapó, que cambió. Nuevas composiciones, en este caso, son sinónimo de una apertura a un público nuevo, a una vibra y disposición nueva. Y todo por amor.
Se nota eso en el nuevo trabajo de Angelo Pierattini junto a sus Calaveras Errantes, proyecto en el cual el ex vocalista y guitarrista de la banda de Hard Rock Chileno Weichafe explota su faceta más confesional y más pop.
El lanzamiento, realizado el pasado 20 de noviembre, fue una muestra de que el cantautor esta comprometido con su propuesta. Maquillaje, iluminación, arreglos en las canciones y una entrega en el escenario pocas veces vista en el apático circuito de los songwriters nacionales dejaron en claro que lo que ofrece la placa de 14 canciones vale la pena.
Jiminelson - Amor del rey
El último trabajo de Jiminelson generó muchas expectativas gracias a su primer single El Delincuente. Más aún por la calidad de su debut, Yo, Jiminelson.
Amor del Rey nació a fines de 2007, cuando Gustavo León junto a Andrés Villarroel, a cargo de la batería, grabaron casi todos los temas que darían vida a
**Chinoy - En Cada Esquina Volúmenes I, II y III (compilados liberados en la red)
Lo que sucede con Chinoy me parece extraño. Nada de discos editados, nada de merchandising, nada normal, en definitiva. El chico otrora punk de San Antonio se paseó por años en todos los bares de Valparaíso mostrando su folk emocional a quien quisiera escucharlo, y a quien no. Muchos quedaron impresionados con la capacidad de este joven de llenar los espacios tan solo con una guitarra y su peculiar y agudísima voz.
Pero, como sucede sobre todo en estos tiempos, donde todo lo novedoso, lo que sobresale, es digno de atención y análisis, de a poco Chinoy se convirtió en un secreto a voces que deambulaba con su guitarra cantándole a borrachos. Lo pillaron, le hablaron, lo convencieron de que era lo mejor.
Igual, todo eso es cierto. Pero, mucho de los que lo vieron cuando no era nadie y lo ven hoy, cantando en grandes espectáculos alternativos y ensalzado como una de las grandes apuestas de la música chilena, dicen que ya no es el mismo. Que ya perdió la gracia, que ya no cierra los ojos ni se ahoga por tratar cantar más fuerte.
Pero cumple con lo que se pide, con lo que se espera luego de tanta flor de la prensa especializada. Y lo más chistoso es que no tiene ni un solo disco editado. Ha tratado, dice, pero no le gusta como queda.
Da lo mismo. No sé si le gusten las compilaciones que han hecho sus seguidores y que han subido a la web constantemente. “En Cada Esquina” se llama el bootleg que hasta arte incluye. En ellos está atrapado el Chinoy del que todos oímos hablar.
Bonus Track: En pocas Palabras
Revisamos las 10 mejores canciones del 2008 en clave corta, precisa y consisa
Fother Muckers - Justo y Necesario: Dulce y emocional. Habla de la vida misma, con todos los cambios, arreglos y melodías correspondientes. Un temón
Angelo Pierattini & Las Calaveras Errantes - Quema y Sana: Cuesta encontrar canciones que, sin decir nada relacionado con sexo o que hagan gemidos e interjecciones medias calentonas, resulten eróticas. Eso es lo que logra el track más volador del Volumen I del nuevo proyecto de Angelo Pierattini.
Jiminelson - El Delincuente: Una voz penetrante. Una orquestación intensa y delicada. Un viaje sonoro tanto en la melodía como en la historia.
Puntos para el increíble tono del vocalista.
Teleradio Donoso - Yo no se nada del mundo: Majestuosa, dolorosa. Para decorar un dramático final. Ya lo hace en el disco “Bailar y llorar”. Espero que no musicalice suicidios.
Tio Lucho - Desperdicio (música para bailar): Poderosa. Para despertar una mañana, saltar en la ducha, sacarse la chucha, pararse y seguir saltando.
Fother Muckers – Granpuente: Intensa. Canción que haría saltar fácilmente al estadio nacional entero en la próxima cumbre del rock. Note la letra y recuerde aquellos asesinatos del verano en Puente Alto... que jarcor.
Angelo Pierattini & Las Calaveras Errantes – Desdeñoso: Después de esta tonada que nadie sabe de quien es, uno queda con los pelos de punta por culpa de la penetrante voz de Pierattini y la apabullante fuerza de la letra y el acompañamiento musical. Una delicia.
LA TIERNA DEFENZA DE LAS LETRAS DISCRIMINADAS
Por Carlos Andueza
Balmaceda Arte Joven se ubica a un costado del Centro Cultural Estación Mapocho. El edificio es viejo, sus paredes están rayadas y sus ascensores funcionan ocasionalmente; pero su intención última, fomentar las bellas artes y acercarlas al público juvenil, se cumple. Las diversas actividades que realiza la corporación abarcan desde la danza hasta el video digital, sin dejar de lado el teatro, la literatura, la música y las artes plásticas. La charla que se relatará a continuación se enmarca dentro del ámbito de la literatura, aunque más específicamente, de la literatura marginal.
El flyer que anunciaba el encuentro especificaba que éste se realizaría en la biblioteca pública de Balmaceda 1215, en el primer piso. Finalmente, la charla se llevó a cabo en el tercero, en la sala destinada a la lectura del taller de poesía. Para llegar allí había una sola opción: subir por unas pintarrajeadas escaleras; los ascensores, en ése momento, no eran una buena alternativa.
El escenario negro, con dos potentes focos de luz en cada extremo, recordaba el escenario de Una Belleza Nueva, el programa cultural de Cristian Warnken que, de hecho, así lo manifestó más tarde el escritor Alejandro Zambra, también participante del encuentro. Al público lo esperaban unas cuantas sillas desplegables y dos pequeñas tarimas; a los expositores, una larga mesa cubierta por una tela negra y sembrada de vasos con agua. Pero treinta minutos pasaban de la hora anunciada para el inicio de la charla, y los participantes aún no se hacían presentes.
Para cuando llegaron, todo se precipitó. En un abrir y cerrar de ojos, la sala estaba llena, todo comenzó por fin. La audiencia estaba conformada, en su mayoría, por jóvenes estudiantes de los diferentes talleres ofrecidos en el lugar, por amigos o seguidores de los escritores, y también por unos cuantos periodistas. El grupo variopinto de presentadores también estaba integrado por gente joven, profesionales que no pasaban la treintena de edad, unidos por la lectura y la escritura compulsiva. Durante toda la charla, los micrófonos fueron peleados.
Encabezando la mesa como presentador, el escritor, profesor y crítico, Roberto Contreras, introdujo a los invitados. El estudiante de periodismo, y ganador del concurso Roberto Bolaño por su novela Malasia, Diego Zúñiga, era el más joven de la mesa con sus 21 años. La sicóloga Claudia Apablaza, quien recientemente había publicado la novela El Diario de las Especies, se encontraba allí por su obsesiva afición a la escritura. Asimismo, se encontraba también Luis Valenzuela, licenciado en letras y autor de Jueves. También hizo presencia el infaltable escritor Álvaro Bisama. Alejandro Zambra llegaría mucho más tarde.
Palabras al margen
Todo comenzó con la siguiente cita de Bolaño: “El desprecio que sentía por la llamada literatura oficial era enorme, aunque sólo un poco más grande que el que sentía por la literatura marginal. Pero creía en la literatura, es decir, no creía ni en el arribismo, ni en el oportunismo, ni en los murmullos cortesanos; sí en los gestos inútiles, sí en el destino”. Palabras que dieron el puntapié inicial del encuentro.
Las opiniones se dispararon. El micrófono iba y venía mientras los exponentes respondían. La atención del público se palpaba en su silencio.
Álvaro Bisama comenzó lanzando una frase categórica y lapidaria: “Yo creo que, en el fondo, todo en Chile es marginal”. Y prosiguió, adjuntando como ejemplo, con sus impresiones sobre los cuentos de terror de Mariana Calleja. “Escribió una versión muy chanta del Bebé de Rosemary que, si eso no es marginal, no sé lo que es.” Después de las risas de los asistentes, Diego Zúñiga acotó que le molestaba el aprovechamiento de algunos escritores con la categoría marginal. “Muchas veces es una postura simulada, y terminan haciendo un discurso falso”, sentenció.
En cuanto al carácter alternativo o lateral de la narrativa que los mismos autores presentes manifestaban en la charla, Claudia Apablaza comentó que, en la mesa, no veía literatura del margen. “La literatura chilena es periférica desde Europa, desde afuera, no desde dentro”, agregando que no conocía literatura marginal contemporánea. Asimismo, Luis Valenzuela aclaró que él prefiere “hablar de literatura no oficial en vez de marginal. A ésta no la conocemos, ni tampoco llegará a una editorial”, agregó el escritor. Roberto Contreras, estando de acuerdo con esta última frase concretó que “deja de ser marginal quien se hace libro”.
La tarea incumplida
Pronto, la discusión giró hacia otros rumbos. El canon literario, la supuesta imposición de éste y los listados de lecturas preferenciales, fueron los siguientes tópicos. No fue difícil entonces desembocar en Cien libros chilenos, la última publicación de Bisama y que, justamente, enumera una centena de obras literarias nacionales. Claro que su autor se adelante en defender su postura, asegurando que “Cien libros… no trata de ser un canon, sino más bien un libro narrativo, que me sirvió como excusa para sistematizar las lecturas que para mí eran relevantes”. Bisama no cree en la imposición de un canon, pero “en lo que sí creo es en el derecho de todos los lectores a hacer listas”.
Precisamente, ésa era la tarea impuesta por Contreras. El escritor, al momento de invitar a sus colegas, les había pedido que hicieran la lista de sus cinco libros chilenos favoritos. Ninguno la hizo. Salvo Apablaza, quien la escribió en la misma mesa, e incluyó entre sus preferidos autores de la talla de Donoso, Bolaño y Nicanor Parra. Por su parte, Diego Zúñiga confesó que, aunque no haya cumplido con el pedido de Contreras, le gustaban las listas, pues creía que “el ejercicio de hacerlas le saca el jugo a la lectura e interpretación de los libros y de cómo afectaron al lector”. El único que opinó distinto fue Luis Valenzuela, pues argumentó que las listas sí imponían un canon, “del hecho de estar sentados en esta mesa como escritores, nombrando a autores que leemos, de cierta forma estamos entablando un canon. Por eso mi negación a hacer la lista” aclaró.
Trailers auditivos
En eso iba la conversación cuando, de pronto, llegó Alejandro Zambra. El profesor de la UDP y autor de Bonsái y La Vida Secreta de los Árboles, no explicó su retraso, pero fue bien recibido por sus compañeros y se sentó en el extremo derecho de la mesa. Arribó a tiempo para la lectura final.
A partir de entonces, los escritores convocados comenzaron a vociferar palabras escritas. La idea era terminar la charla con la exposición de fragmentos de sus últimos trabajos. Pedazos de múltiples relatos, coloridos, exóticos, extraños y límites. Lecturas que, finalmente, confirmaron el cariz marginal, si bien no de sus expositores, de sus historias, inspiraciones y orígenes.
Diego Zúñiga leyó primero. El estudiante de periodismo hizo público un retazo de la novela que tiene en proceso de creación. Titulada Las Muertes Imaginarias, cuenta la historia de un joven periodista que investiga un misterioso caso en Alto Hospicio. Una virgen que llora sangre será el motivo del reporteo y el núcleo de esta ficción rápida e intrigante.
Como poniéndose el parche antes de la herida, Álvaro Bisama reconoció ante todos que leía pésimo en público, que casi se había negado a leer y que le aterraban los karaokes. Sin embargo, de igual modo expuso un capítulo de Música Marciana, su última novela. La historia, un bombardeo imparable de información y datos pop, relataba el intercambio epistolar entre un padre y un hijo, e incluía un personaje negro que, se suponía, era hermano de John Lennon.
Claudia Apablaza hizo la lectura de un cuento inédito, perteneciente al libro La No Historia. El relato, en primera persona, contaba la melancólica vida de Lucila Godoy Alcayaga.
Luis Valenzuela expuso un fragmento de su libro Jueves. La novela cuenta la historia de tres personajes, tres amigos que se juntan a realizar una celebración, a la cual se empecinan a que vaya un afamado humorista chileno.
El último en leer fue Alejandro Zambra. El escritor publicó un capítulo de un nuevo libro, 90 días, en el que trata la recuperación de un adicto a la nicotina. La rehabilitación del cigarro se dejaba escuchar fácil y liviana, pues estaba salpicada por un humor ácido y certero.
Terminada la charla y las respectivas lecturas, escritores, periodistas y público en general, se unieron alrededor de una pequeña mesa para compartir unas cuantas copas de vinos y otras tantas palabras más.
En tiempos de crisis
¡Feliz Año Nuevo!
Por Juan Pedro Lührs Berger
Se aproximan las fiestas de fin de año, pero como buen joven, a uno la que más le interesa es aquella enorme celebración que se da para celebrar el inicio de un nuevo ciclo. Más que hacer referencia a un lugar específico, quisiera dar algunos “tips” importantes para que éste sea inolvidable, todo esto sustentado en experiencias propias.
Lo primero es tener fijo el rumbo, después de pasar las 00:00 con la familia o los amigos, dependiendo del caso, no comience a improvisar. No hay peor opción que esa, puesto que el devenir no jugará a su favor, sea responsable y consiga un carretito, al menos, una semana antes. Asegúrese que va a haber harta gente, dado que en este caso, la calidad está otorgada por la cantidad. Mentalícese en que esa debe ser la mejor noche del año y no puede desperdiciarla.
Las mega-súper-fiestas-poncias-reggaetoneras son una buena opción con diversión asegurada, pero por menos plata también se puede disfrutar, eso sí, se debe ser busquilla, no deje nada al azar. El año nuevo 2006-2007 no preparé nada y fue horrible, vagué por varias partes de Santiago y la experiencia fue frustrante, nunca logré pasarlo tan bien como el 2005-2006, cuando fui a un evento de esos cachilupis.
El segundo punto es que no salga a comprar elíxires en la noche. Tómese la molestia y compre en la tardecita, no va a querer exponerse a pasar un año nuevo con ley seca. Nunca está demás preparar un rico cola de mono o choco-ron, pero así también debe ser cuidadoso con las mezclas, nadie quiere llevarse sorpresas estomacales de última hora. Hace dos festividades compré, apurado, un vodka CALIENTE, sé que se puede pensar que estoy exagerando, pero JURO que tenía la misma temperatura que un té.
La tercera sugerencia es, por esta vez, ser más cuidadoso que nunca con el alcohol, calcule la diferencia entre quedar “prendido” y “destruido”. Esa es, por lejos, la peor fecha para entrar a la familia Guajardo, un bulto no lo pasa bien, así que no sea tarado y tenga “hocico frío” para tomar la decisión de cuándo parar. Por lo demás, ni a féminas ni a varones les gusta sandunguear con personas hedionditas a estómago.
El año pasado me tocó danzar con una tal Daniela, claramente su apellido era Guajardo, no fue una grata experiencia, debí alejarme por el hedor que ésta expelía.
La cuarta recomendación es que, por ningún motivo, haga cosas que no realizaría sobrio. Una vez me pegué un rally enorme por hacerle caso a un amigo que me dijo que fuéramos a ver a otro compadre que había hecho un carrete. En ese momento me hallaba en Cuarto Centenario, comuna de Las Condes, y terminé, luego de un viaje de dos horas, en la Villa Francia. En mi plenitud me habría negado a tamaña travesía, pero con unas copitas de más a uno se le desarma el mapa de Santiago.
Para finalizar, sólo puedo agregar que no sea huevón y no maneje curado, si gusta en demasía de degustar simpaticones y exóticos tragos, haga como yo y no saque carnet.
Vía Pública
Debo hacer una confesión, en varias ocasiones me he valido de la vía pública, y especialmente de las plazas, para compartir unos “traguillos” con los amigos. Dicen que el peligro hace las cosas más atractivas y es verdad, el hecho de estar pendiente de si llegan los carabineros hace de eso algo especial.
Quizás es una de las cosas que más extraño de mis tiempos como “menor de edad”. Esas piscolas sin un solo hielo y unas conversaciones fuera de lo rutinario lo hacían algo notable, y si bien aún lo repito de vez en cuando, ya no es lo mismo.
Recuerdo la primera vez que tuve la idea de beber en una plaza, andaba con varios amigos y no teníamos dónde tomar, puesto que, cuando eres más joven no tienes las agallas para decirle a tus “papis” que te vas a juntar a tomar en la casa.
En esa ocasión abrimos el pisco, comenzamos a servir y aparecieron los pacos: “¡Corran cabros!”. Fue el llamado de alarma, aquella vez me “bautizé”.
Pero por lejos la ocasión que más recuerdo fue aquella en que, con 5 amigos, decidimos ir a “compartir” a una plaza cercana. Abrimos y comenzó la cuestión… De pronto, comenzamos el “dominó etílico”, que en pocas palabras, es el juego más destructivo existente sobre la faz de la tierra. El problema se dio al irse uno de nuestros contertulios, no sé que fue lo que pasó, pero de pronto, dos de mis compañeros de aventura se unieron a la familia “Guajardo”, otro, atacado por la melancolía y el despecho, comenzó a llamar a su antiguo amor, mientras que el cuarto, cual Gokú, se puso a hacer piruetas.
Con el otro sobrio los mirábamos y reflexionábamos sobre aquella patética escena que presenciaban nuestros ojos, sin bacilar, debimos socorrer a nuestros “amiguis”. Pero lejos lo más preocupante era la inminente aparición de la fuerza pública y el obvio descubrimiento de nuestra ilegal acción, razón por la cual entremos en un plan de des-curar a la gente con algunos remedios caseros que cada quien había visto en la televisión por cable, pero no resultó. Todo terminó en una horrible y larga espera hasta que los borrachines se encontraron en forma para devolverse a sus hogares.
Esa historia igual es fome, pero no podía dejar de mencionarla, puesto que fue la más traumática de todas.
Y, ¿Cuál es la el “brillo” de tomar en una plaza? Bueno, además de lo entretenido que es estar al acecho de los pacos, hay algo que impagable, y que son los juegos. ¿Acaso alguien puede decirme que no es divertido ver a alguien en estado de embriaguez sobre un resbalín?.
Otro lugar que es notable es la playa, porque además de ser un sector ideal para socializar, los carabineros pasan ¡Siempre! y además es extremadamente fácil burlarlos. Hay tres técnicas predilectas, la primera, que es la que usan los santiaguinos, porque en el litoral siempre se distingue al capitalino huevón, claramente los más vivos nos camuflamos. Esos tipejos, al ver la patrulla acercarse, se paran y caminan rápido con su copete. Ésta los sigue y se los lleva.
Los más sagaces usamos dos muy efectivas. Si la patrulla para cuando estás sentado, entierra la botella, ojalá con una bolsa, para no degustar el sabor de la arenita.
Si cuando se aproximan tú estás caminando, bota el vituperio y sigue tu camino, después la vuelves a buscar.
Pero si no te percatas de su llegada y se instalan justo al lado tuyo, persígnate, nada que hacer, se salva la botella o tú, suele ser mejor que boten el alcohol a que lo boten a uno en la comisaría.
Beber en la vía pública es una experiencia muy simpaticona, pero hay que ser vivo y, acá va el mensaje de “Don Graf”, aunque sea un poquito, responsable. La ley que no deja tomar en la calle está hecha gracias a los “chicos listos” que han hecho cualquier tontera en ésta, pero si se utiliza el cerebro, no hay peligro.
SYNCO, de Jorge Baradit
Por Carlos Andueza
Ygdrasil (Ediciones B, 2005), de Jorge Baradit, penetró las letras chilenas y las hizo llegar al orgasmo. Ahora, el autor chileno vuelve con la misma potencia para embestir la escena literaria nacional. El porteño regresa con Synco (Ediciones B, 2008), su segunda novela. Pero lo hace de una manera distinta, y así lo escribe él mismo en las primeras páginas de su libro. “Regresar es un verbo mentiroso. Uno siempre llega por primera vez”. De una forma inusual, es posible confirmar esta sentencia.
Atravesar Synco de extremo a extremo es toda una experiencia. La trama, mezcla de política, tecnología y conspiraciones mágicas, exuda tensión, misterio y locura a un ritmo creciente e imparable, ofreciendo, desde la primera página, una realidad diferente, una alternativa histórica extraña y compleja, que no sólo despierta perplejidad, sino también curiosidad y atención. Porque, ¿a quién no le extrañaría una realidad en la cual Pinochet hubiera sido leal a Allende?
A diferencia de Ygdrasil, Synco se levanta sobre una ucronía (subgénero de la ciencia ficción que supone una resolución diferente de algún suceso histórico), y tiene como protagonista a Martina Aguablanca, una periodista chilena que, tras vivir un extenso periodo en Venezuela, regresa a su patria con una misión. Su viaje consistirá en explorar el neo Chile que se ha formado desde que el golpe de estado de 1973 fue desmaterializado por el propio Augusto Pinochet, y descubrir cómo el “compañero presidente Allende” combina tan bien el socialismo puro y la tecnología de punta.
A medida que las páginas avanzan, el lector va conociendo, a la par que Martina, más características de esta especie de Internet físicamente monstruosa y cancerígena que es Synco, el sistema de información y control que le da nombre a la novela. Así como también se revelan las verdaderas intenciones de los personajes históricos que Baradit utiliza como herramientas: Fernando Flores, Miguel Serrano y Carlos Altamirano. Cada uno de ellos con planes, y aspectos sicológicos y físicos, impensables.
¿Trama excéntrica? Sí. ¿Inverosímil? Tal vez. ¿Filonazi? Ni siquiera se sabe lo que es eso. Lo que sí se sabe es que Jorge Baradit, además de poseer una imaginación que raya en lo delirante, es dueño de un estilo inconfundible, con el cual desarrolla temáticas tan diversas como la explotación infantil, la conspiración política y los viajes espacio-temporales. Amalgama que explota hacia el final del libro, siendo el clímax que el escritor y crítico chileno, Álvaro Bisama, describió como “el momento en el que todo se desmadra”.
Es necesario, en todo caso, manifestar que Synco presenta cierta debilidad en sus pilares. A algunos de sus personajes los cubre un barniz circunstancial y predecible (como a Michael Townley y Arsenio Enrieta, por ejemplo), que le resta credibilidad y fuerza. Además, la superficialidad en el tratamiento de su protagonista, la torpeza que la define y la debilidad de su carácter, la alejan de ser la causante activa de los hechos, acercándola más al rol de un observador, el que debería estar reservado exclusivamente para el lector.
A pesar de estas dificultades, Synco se alza con orgullo, como una apuesta arriesgada que alguien, necesariamente, debía hacer. Un libro chileno manufacturado a estilo best-seller que, junto a su predecesor Ygdrasil, viene a renovar la terca escena literaria chilena, tan arraigada en el realismo opresivo y melancólico. Se agradece, entonces, el hecho de que Jorge Baradit haya tenido la insana valentía para atreverse a lanzarlo.
El lugar predilecto
En esta ocasión escribiré sobre mi sucucho preferido, “Locos Por el Deporte” se llama, y se ubica en la avenida Pío Nono, barrio Bellavista.
Por Juan Pedro Lührs Berger
A unas dos cuadras de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile se ubica el cada vez más famoso bar. ¿Cuál es su gracia? Que tiene las chelitas más baratas del sector, a $990.
Posee tres tipos de ubicación: Mesas en la vereda, mesas adentro (si odia el cigarro, le conviene afuera) y una barra para los solitarios. Además está equipado con cerca de diez televisores, los cuales están absolutamente todo el día sintonizados en Fox Sports.
El personaje más llamativo del lugar es el mesero-guardia, a quien llamaré “La Roca”, un tipo de un poco menos de dos metros y de contextura gruesa. La primera vez que lo vi me sorprendió, puesto que mientras conversaba con unos amigos, él se acercó y le dijo a uno de ellos que se parecía a Gumucio (Sí, el de Plan Z), así estuvimos compartiendo por largo rato con él, hasta que de pronto comenzó a hablarnos, con un claro dominio, sobre Habermas y sus postulados. El tema dio para mucho rato y al marcharse, comentamos lo bizarra de la situación, fue extraño, uno no suele encontrarse con gente de un nivel intelectual tan elevado y no se esperaría que el mesero del local más barato de Bellavista lo fuera.
En otra ocasión, The Rock (como se dice en inglés), se me cayó del pedestal. Todo pasó cuando un hombre de aspecto humilde y descuidado se puso a vender palos santos a las mesas de afuera. Al divisarlo, el mesero-guardia se le acercó y lo incitó para que se fuera, tras un pequeño forcejeo, el “comerciante” se largó. Unos clientes que adquirieron uno de los artilugios en cuestión le dijeron: “Ya po’ loco, más tranquilo si el compadrito no estaba haciendo ná’ malo”. Cuando la cosa se empezó a poner tensa, el guardia se fue.
En ese momento la gente de la mesa del lado, los que discutieron con el mesero, nos comienzan a meter conversa: “Que la cosa no puede ser así”, “Estos santiaguinos tal por cual”. En eso uno de ellos nos cuenta que es del Sur y que trabaja en Caldera o uno de esos lugares del Norte de Chile. Nos dice que él se fue de la casa a los 18 años e hizo un curso de soldadura, que es de lo que vive ahora. Está feliz con su vida, pero agrega: “Lo único malo del Norte es… ¡Que no hay minas!”. La carcajada fue general, pero después de un rato ya me había aburrido y ¿Cómo cortar una conversación sin irte? No hay cómo, además, la gente con que estaba parecía interesada en las aventuras del sureño. Cuando por fin se marchó, comenté: “El loco bueno pa’ dar la lata” y uno de mis compañeros agrega: “Yo quería que se callara, pero los veía a ustedes tan entretenidos…”. Todos estábamos chatos.
En otra ocasión, de vuelta de un viaje a Valparaíso, pasé con tres amigos a compartir una cervecita. Cuando ya se habían vaciado casi todas, una mujer nos pregunta: “Cabros, ¿Tienen polola? Es que estoy vendiendo aritos”. En eso, uno de mis camaradas, más borracho que el Ruperto, le dice: “No, es que yo no creo en el amor”. Y comienza un monólogo digno de Hamlet sobre el amor, los libros, la televisión, la satisfacción y el dinero, todo esto decorado con extraños ejemplos de los chanchos. La verdad es que no recuerdo como fueron hiladas todas estas ideas, pero al cabo de más de una hora, la chica, sin previo aviso, se dio media vuelta y se fue. “¿La latié?” Dijo mi amigo. “De principio a fin compadre”, fue la respuesta.
El espacio avanza e historia quedan muchas, pero con las ya contadas ilustro, en alguna manera, lo peculiar de este, cada vez más querido, antro.
Tips
Si va, llegue temprano, las mesas se acaban.
La cerveza vale 990, pero los $10 nunca vuelven.
A la vuelta, pase a comerse un italiano donde la “Tía Castrol”, el carrito que está frente a la Escuela de Derecho.
Hoy salió en el diario que algunas mujeres que rondan el barrio se echan una cuestión alucinógena en el escote y si uno mira mucho, le roban todo y termina en pelota. ¡Cuidado!.
Entrevista a Enrique Videla,
Por José Manuel Bustamante
Producciones que en otras latitudes se encuentran al margen de la cultura, rumbo a ser completamente marginadas, en nuestro país se encuentran, igualmente al margen, pero en dirección al ojo del mundo cultural.
La ciencia ficción hace tiempo dejó de ser cultura pop, así como el Gore, terror, y fantasía.
Ya no lo dicen sólo algunos, los grandes poderes mediáticos lo han comprendido y, al parecer, en nuestro país se le están duplicando y triplicando los espacios a las creaciones de género.
El caso más actual se transmitió por TVN, si bien, en un horario muy poco grato, dando bastante que hablar.
Nos referimos a Gen Mishima, la primera serie de Ciencia Ficción nacional, transmitida por alguna señal abierta.
Una de las mentes más trascendentales detrás de esta pieza cinematográfica es Enrique Videla, su guionista.
El 15 de noviembre lo encontramos presentando la nueva novela de Jorge Baradit, SYNCO, en la Feria del Libro.
Lo abordamos y nos dio algunas claves para comprender esta revolución artístico-cultural que se transmite en las pantallas-grandes y chicas- de nuestro país.
P: ¿Gen Mishima fue siempre pensada para televisión?
R: Originalmente el Gen partió como un proyecto que fue trabajo en conjunto con los dos directores y con el otro guionista Vladimir (Rivera), cuando éramos compañeros de Universidad, y originalmente iba a ser un largometraje conformado por tres capítulos. Como ya tenía un carácter más menos episódico no fue tan complicado convencer a la productora de transformarlo en un largometraje a una serie de televisión y que también tenía que ver con un tema de presupuesto.
P: Fue, entonces, un proyecto que abarcó mucho tiempo.
R: Sí, bastante. Comenzamos a trabajar en él durante el último año de Universidad, el 2004.
P: Y tú, personalmente, ¿quedaste conforme con Gen Mishima?
R: Mira, como nos fuimos tomando el tiempo y, como te digo, con los directores teníamos una relación de amistad y trabajo de harto tiempo, y además teníamos un sistema cultural común, de películas, imaginarios, libros que habíamos leído, como que yo sabía que estábamos en manos confiables, porque teníamos una visión parecida de lo que queríamos lograr.
P: ¿Y qué fue lo que no te gustó del Gen?, ¿El horario?
R: Sí, el horario fue… como que nos tiraron a partir. Yo igual entiendo la idea, porque es un producto anómalo y, como es un producto anómalo, no es fácil saber dónde lo pones, si antes o después de “Patinaje sobre hielo”… o sea “Estrellas en el Hielo”. Entonces, como no sabían muy bien qué hacer con el producto, quedó para el domingo a las once de la noche que es una franja más compleja para… es un poquito tarde para poder engancharse.
P: ¿Cómo llegó Gen Mishima a TVN, cuando es tan complicado que la CF se haga un espacio?
R: Bueno, básicamente, el proceso fue bastante… Nosotros salimos de la U, y ninguno de nosotros tenía mayores contactos con el mundo de las productoras, aparte de haber estudiado cine, entonces fue como… nosotros ya teníamos un proyecto y Esteban Shroeder, director de Matar a Todos, sobre el Caso Berríos, que fue profesor nuestro, le pasó el proyecto a Paros , que es la productora, y como que lo movimos y a Paros finalmente le gustó y lo presentamos al consejo de la televisión. Tuvimos una suerte de ganancia de la TV, y como ya teníamos la mitad del presupuesto, ahí pudimos entrar a hablar con TVN. Antes de eso nosotros habíamos llegado a TVN y fue como… ¡tapa! Pero claro, con la mitad de las lucas, no le cuesta tanto… no es tan riesgoso aceptarlo.
P: ¿Qué te parece que una serie tan extraña, tan pionera como Gen Mishima, entre a la televisión chilena?
R: Yo creo que por un cuento de compromiso y de amor por el proyecto. Vamos a seguir adelante y vamos a hacer una segunda temporada. Vamos a tener que seguir golpeando puertas como ya lo hicimos por mucho tiempo antes y como todo el equipo creativo todavía ama mucho al proyecto vamos a seguir peleando hasta que sea una serie de televisión, sea un largometraje, un comics, lo que sea.
P: Ah, o sea que ¿está abierta a cualquier tipo de género?
R: Sí, bueno, tiene más sentido verlo como lo hacen los japoneses que ellos sacan… tienen como la serie, y la película y el manga, y como muchos formatos de un mismo producto.
P: Y, finalmente, ¿cómo ves el futuro de la industria cinematográfica chilena? ¿Es el momento de los géneros dentro del cine chileno?
Está peludo, porque de verdad las productoras, con el tema de la crisis económica, no están muy dispuestas a financiar como temas, como proyectos específicos. Pero yo creo que el público debería estar dispuesto a darle paso a este tipo de cosas.
P: Porque ahora está Jorge Olguín, con Solos, Nicolás López, con Santos…
R: Sí, y yo creo que hay que seguir, seguir presentando hasta que se acostumbren y se cree una necesidad.
JUGUETERÍA ERÓTICA, UN BUEN REGALO DE NAVIDAD
En estos tiempos de destape en todo ámbito, para algunas(os) los juguetes sexuales se han convertido en sus amigos más cercanos, en confidentes, en escapes a la rutina diaria. Es por ello que quisimos indagar en sus secretos.
Por Agustín Morales Pérez
Dentro del Juego
Por Camila Acevedo Durán.
Fred es un extraterrestre que vino a la tierra, lo atraparon unos científicos estadounidenses, se escapó y se encontró con la persona menos indicada. John Magiver, un científico de lo más excéntrico quién, interpretado por Gabriel, a pesar de que quiere ayudarlo también quiere experimentar con él.
Este alienígena descrito por Jaime, el narrador, es “el niño que quiere ver todo y lo experimenta todo, es muy curioso. Come oxígeno, ¿y que más consumía?”. “ Es un ser a base de carbono” dice Mauricio, el es un Homínido, que antes era un General de la Milicia norteamericana.
Hombre Lobo Apocalipsis y el módulo en general está basado en un mundo donde hay un nivel tecnológico oculto a los ojos del mundo común, unos son extraterrestres como Fred, otros son seres alterados genéticamente escondidos en un submundo.
Un hombre lobo está solo a la deriva, es Félix M, un ex uniformado con escasa voluntad. Siente paranoia, no ha podido cambiar su forma: un enemigo le ha puesto una bomba que desfiguró todo su rostro y su cuerpo.
“Aún caminas solo, no logras visualizar nada por la deformidad de tu rostro. Llegas a la ciudad, la gente se agolpa en las calles, caminan rápido, te cuesta vislumbrar las formas. Se te acerca un niño, él empieza a gritar atemorizado y a indicarte”, narra Jaime.
“¿Qué arma tengo?”, dice Mauricio, buscando defenderse. Jaime ríe, “un cuchillo de plástico”, todos se parten de la risa. La seriedad se reestablece lentamente cuando Félix, el personaje de Mauricio, decide arremeter con el enclenque utensilio contra el niño y lo asesina.
“La gente empezó a gritar: ¡Asesino, asesino! al tiempo que te indicaban. Quieren quemarte en la hoguera”.
“Maldita prensa amarillista”, bromea Mauricio, mientras Félix, corre por las calles de Barcelona a miles de kilómetros de distancia de donde juegan: el piso de la tienda Guild Dreams, en el paseo Las Palmas.
La paranoia lleva a su personaje a matar a una anciana y a ser acorralado en un callejón, al tiempo en que se transforma definitivamente en un Hombre Lobo, Félix es un cambia formas del tipo Homínido, un humano mordido por un Lupino.
El módulo lleva 4 meses de elaboración donde sagradamente, cada viernes, estos 3 chicos se juntan a rolear. El apego a la realidad en sí misma y a las reglas no es tan necesario en este teatro de la imaginación donde importa qué tanto uno se involucra con lo que hace en el mundo virtual.
“A veces estamos en otras cosas, trabajando o en clases y comentamos lo que pasó mientras jugábamos, como si fuera algo que nos pasó en la realidad, mientras éramos esos personajes”.
Fred se ha escapado nuevamente, pero al encontrarlo, el doctor John Magiver se encuentra con un Lobo bastante violento y desorientado.
“¿Qué haces?”, dice Jaime a Gabriel. Hay una nota de suspenso y una pizca de travesura. Lo envuelvo completo con huincha aisladora.
“¡No!, voy a quedar calvo”, aúlla Mauricio que presagia el futuro de su personaje. Todos ríen.
“Cuando estás jugando te involucras, sientes y te cansas, como si fueras el personaje, todo está en meterse en la historia”.
Son como las 9 p.m, Gabriel tiene hambre, los tres jóvenes bajan al KFC del paseo Las Palmas a saborear unos tutitos de pollo. En el camino se encuentran a unas jóvenes que han pinchado una rueda, las ayudan. Cansados de aventura, van a sus casas, a ser ellos mismos.
Formando círculos: Parte I
Por Macarena Richmond
Por Facebook, recibí la invitación de una amiga para asistir a una ceremonia sólo para mujeres. La actividad se llevaría a cabo en el jardín Botánico del parque Mapulemu, ubicado en el cerro San Cristóbal. El nombre del evento era Danzándote Circularmente Madre Tierra y prometía “danzas Circulares de la Luna para la mujer, danzas por la paz universal, danza tribal, danza del vientre terapéutica y más”, según se leía en el afiche. No estaba muy convencida, pero la insistencia de mi amiga hizo que aceptara. Este fue el resultado.
Namasté, Namasté
La ceremonia empezaba a las once de la mañana y terminaba a las seis de la tarde. Por actividades de mi amiga, quedamos de juntarnos a las tres de la tarde afuera del Telepizza de Plaza Italia. Mientras la esperaba, miraba el cerro. Quién pensaría que entre el verdor de ese relieve en medio de la ciudad, se encontraba un grupo de mujeres danzando a pleno sol, todas conformando un círculo y vestidas con faldas (uno de los requerimientos para el evento).
Cuando Grace, mi amiga, llegó, emprendimos rumbo hacia el cerro. En el camino, ella aprovechó de contarme animadamente en qué consistían los Círculos de Mujeres, cómo había llegado a conocerlos y lo mística que se encontraba en el último tiempo. A los pies del cerro, tomamos un colectivo que nos llevó hasta el Jardín Botánico. El paisaje era demasiado agradable. Mucha naturaleza, una vista privilegiada de la ciudad y un sol maravilloso lograban que te relajaras y te desconectaras del ajetreo cotidiano.
Caminamos un poco siguiendo unos letreros que indicaban dónde se llevaría a cabo el encuentro. Desde la distancia logramos ver el círculo formado por unas cuarenta mujeres vestidas con faldas y poleras de colores. Con Grace avanzamos y nos unimos al círculo. Debo admitir que me sentía algo nerviosa, no sabía bien de qué se trataba todo esto. Al centro del círculo, se encontraba Roxana Campos, la actriz de TVN, para dirigir la danza que empezaríamos. Eran aproximadamente las cuatro y media y el sol nos llegaba fuerte y directo.
Roxana vestía de modo similar a Carmen, el personaje que representó en la teleserie, Iorana: llevaba un pareo lila a modo de vestido y su cabeza estaba adornada con una corona hecha de hojas. Nos enseñó una coreografía simple junto con la canción que debíamos entonar a nuestra compañera de danza, mirándola a los ojos, con nuestra mano derecha en el corazón de ella y la izquierda en el nuestro.
Así, unidas, debíamos girar, juntas primero y luego solas, dependiendo de la parte de la canción que estuviéramos cantando. Luego, repetíamos la coreografía con otra compañera y así seguíamos. La canción decía lo siguiente:
“Yo honro el lugar que hay en ti, donde todo el universo está. Yo honro el lugar que hay en mí, donde todo el universo está. Namasté, Namasté, Namasté”
Como puede apreciarse, la letra no presenta mayores dificultades. La coreografía fue lo tortuoso, al menos para mí. En primer lugar soy un tanto descoordinada o al parecer con mi compañera no había feeling porque cuando ella giraba para la derecha yo iba hacia la izquierda o cuando debíamos inclinarnos una frente a la otra, nuestras cabezas chocaban. Un desastre. Aparte que eso de mirar todo el rato directamente a los ojos a una desconocida y cantarle que la honro porque en ella está el universo entero y escuchar que ella me canta lo mismo y más encima, me mira con cara de estar frente a una aparición divina, es raro por decir lo menos.
Luego fuimos cambiando constantemente de pareja, la coordinación no mejoró mucho, pero cada vez me sentía algo más relajada. Mi amiga, después de tanto Namasté, estaba en el otro extremo del círculo. Su cara tenía una expresión contemplativa, al parecer era feliz honrando al resto. Yo, no se si estaba feliz, pero la situación me divertía mucho.
Después de unas diez repeticiones, Roxana, nos enseñó otro canto. Esta vez no puedo recordar las palabras exactas porque eran complicadas, algo así como Yalá, Yalá, Mapubutle, con su respectiva coreografía, la que por supuesto no logré hacer correctamente, pero como el caos coreográfico se extendía a todas las presentes en el círculo, no le di importancia.
El calor se sentía cada vez más. Ahora, Roxana, nos invitaba a formar una ronda y repetir palabras que esta vez no retuve. Conforme cantábamos, nos balanceábamos e íbamos acercándonos al centro del círculo tomadas de las manos. Según Roxana, aquello era para sentirse como en el útero materno. Yo lo único que sentí fue un calor que me derretía.
Por fin terminaron las danzas de la Luna, como me dijeron que se llamaban, y para despedir aquél momento, algunas mujeres, supongo que las más asiduas a este tipo de actividades, comenzaron a emitir unos sonidos producidos al poner la mano estirada horizontalmente a pocos centímetros de la boca mientras movían rápidamente sus lenguas al tiempo que emitían un agudo sonido. Todas empezaron a imitarlas, incluso mi amiga. Yo ya tenía bastante con los Namasté cantados y bailados como para comenzar a emitir algo similar a un aullido.
Me retiré del círculo y fui en busca de mi botella de agua. Estaba deshidratada. Llegó mi amiga en las mismas condiciones y nos sentamos en el pasto. Después de pelar un rato, nos fuimos a compartir con el resto. Éramos sólo mujeres conversando en libertad, sin pudor alguno, preocupadas sólo de estar en paz, tranquilas y disfrutar de la naturaleza circundante. Pares de distintas edades, pero en completa sintonía. Desconectadas del voraz ritmo de la ciudad, esa misma que ahora se encuentra a los pies de estas mujeres, pero que no sabe de sus existencias.
Hombre Lobo: “Apocalipsis”
Por Camila Acevedo Durán.
Los Hombre bestia, según las leyendas han estado ocultos, vulnerables a la luna. Es cuando ésta está llena el momento en que entra en frenesí y el ser cambia de forma.
El hombre Lobo del juego no es el común varían la procedencia, los ancestros y la fase lunar en que pasó por ello. Se dividen según su raza, tribus y auspicios respectivamente.
Ante tamaño enemigo, los hombres lobo son pocos pero poderosos. Tienen algunos espíritus aliados, disponen de ciertos poderes espirituales y sobre todo poseen una gran fuerza y resistencia físicas.
Los Garou pueden nacer de padre o madre humanos, lobos, u hombres lobo. De raza Lupus será aquel Hombre Lobo nacido de madre loba, y si un Garou nace de una madre humana será un Homínido. Cuando dos Hombres Lobo se unen, nacen los llamados Metis. La unión prohibida hace que los cachorros nazcan estériles y deformes (física o sicológicamente).
Las tribus, son la cultura en la que se desenvuelve el Garou, desde su mas tierna infancia, es la serie de conocimientos, leyendas y obligaciones por encima de territorios y etnias.Estás son: Camada de Fenris , Caminantes Silenciosos , Colmillos Plateados, Contemplaestrellas , Fianna , Furias Negras , Garras Rojas , Hijos de Gaia , Moradores de Cristal , Roehuesos , Señores de las Sombras , Uktena , Wendigo y los sin tribu y solitarios Ronin.Los auspicios determinan en gran medida el comportamiento del “Cambia forma”, sus poderes, y sus aptitudes innatas. Hay cinco auspicios, según la luna esté en fase de luna nueva, creciente, media, gibosa (más que media y menos que llena) y llena.
Los Garou poseen cinco formas, desde el lobo al humano, pasando por dos formas intermedias y la más conocida, Crinos, la típica de los hombres lobo. Todos los Bête (otras razas cambiaformas) poseen más de dos formas, apartándose de la creencia popular de que los Hombres-Bestia sólo poseían una forma más aparte de la humana.
*Auspicios
Luna nueva: Ragabash. Ladrones, espías, pícaros, embaucadores. Se divierten jugando con los límites de las leyes, bromistas por naturaleza, buenos en esconderse, conocer secretos y de habla fácil.
Luna creciente: Theurge. Místicos, médiums, tienen una conexión con el mundo espiritual y recuerdan vidas pasadas. Son muy buenos detectando otros seres sobrenaturales, tienen precogniciones, con sueños proféticos y son capaces de hablar con los espíritus de un modo mucho más innato.
Media luna: Philodox. Jueces, guardianes de la letanía. Velan por el equilibrio en todos los ámbitos de la vida Garou. Son respetados por sus grandes conocimientos y su palabra zanja discusiones. Implacables ante decisiones tomadas. Grandes líderes, ya que, poseen a partes iguales la cólera de Gaia y su sabiduría, por ello evalúan la situación antes de actuar y toman el mejor rumbo.
Luna gibosa: Galliard. Bardos, narradores de historias. Inspiran a sus hermanos antes de las batallas, durante ellas y tras ellas. Recuerdan grandes hazañas de grandes héroes con las que enseñan importantes lecciones. Atesoran el saber que sólo puede transmitirse de labios de un Garou a oídos de otro. Cercanos a la luna llena, también son un enemigo a temer.
Luna llena: Ahroun. Guerreros, la fuerza de Gaia. Estos Garou poseen una rabia desmedida que los hace temibles en combate. Rápidos en enzarzarse, se sienten cómodos en el fragor de la batalla. Muchos lucen con orgullo cicatrices de guerra y siempre están preparados para atacar. Sus habilidades en combate son inigualables.
Vampiro: “La Mascarada”
Por Camila Acevedo Durán
"Es un mundo de Oscuridad. El pecado de Caín engendró una maldición de horror que acecha la noche en busca de sangre viviente. Los cainítas han vivido en una influencia secreta a través de todas las edades de la historia humana, riñendo unos contra otros en una interminable guerra. Su progenie inmortal esta entre nosotros aún en estos días, escondidos de los ojos de la humanidad por una elaborada mascarada."
Vampiro La Mascarada es un juego de rol ambientado en El mundo de Tinieblas de estilo gótico-punk. No es el típico juego de rol en el que tienes que tirar dados cada dos por tres, sino que es mucho más narrativo se puede estar mucho tiempo del juego simplemente roleando y realizando acciones automáticas (son acciones en las que tienes tantos dados para tirar que superas automáticamente).
En un principio, claro, eres un vampiro. ¿Pero de qué tipo? ¿Qué aspiraciones tienes? ¿Cuál es tu apariencia?
En vampiro la mascarada existen dos sectas a las que pertenecen los vampiros. Las sectas según el manual “Son un grupo de vampiros y clanes que supuestamente comparte una ideología”. A pesar de que se argumenta que un vampiro puede vivir solo en una ciudad y pasar años sin ver a otro vástago, en el juego estás criaturas de agrupan en la La Camarilla y El Sabbat.
La Camarilla.
Son los preocupados de mantener la mascarada, es decir, ese secreto que esconde a los vampiros y su mundo entre los demás mortales. Se trata de una sociedad abierta, afirma que todos los vampiros son miembros (lo quieran o no) y cualquiera puede entrar independiente de su linaje. Aunque la Camarilla es la mayote las sectas, sólo la mitad de los 13 clanes vampíricos conocidos participan activamente en sus asuntos. Celebra reuniones (denominadas convocatorias) a las que asisten los representantes de cada clan.
El Sabbat.
Esta secta monstruosa y violenta no se aferra a ningún atisbo de filosofía o moralidad humana. En su lugar, sus miembros se deleitan en sus no-vidas vampíricas. Buscan activamente el fin de las tradiciones, la destrucción de la Camarilla y el sometimiento de la humanidad.
Los vampiros del Sabbat ven a la camarilla con disgusto, como cobardes e incapaces de aceptar su naturaleza depredadora.
Los Clanes. El acuerdo general es que hay 13 grandes clanes, de los que siete pertenecen a la Camarilla, dos al Sabbat y los restantes son independientes.
En el mundo de la camarilla podrás ser parte del clan de los violentos Brujah, quienes violan las reglas continuamente; los rústicos Gangrel, atraviesan los lugares salvajes que sus semejantes no se atreven ni a considerar; los románticos Toreadores, que crean obras de arte una tras otra (cuando no están ocupados enamorándose de un mortal); los deformes Nosferatu se esconden en la oscuridad; los misteriosos Tremere estudian las artes mágicas; los elegantes Ventrue realizan juegos de poder cada vez más y más retorcidos, pero no tanto como la mente de los bipolares Marlkavian.
En el Sabbat se encuentran los maestros de la oscuridad los La Sombra y los Tzimsce, los cuales se deleitan con la montruosidad más que cualquier otro vampiro. Practican una disciplina con la que moldean la carne y que usan para desfigurar a sus adversarios y convertirse en seres de terrible bellea. Al igual que los La Sombra son antiguos nobles expulsados de sus dominios y mansiones.
Los independientes no se alinean en ninguna secta. Los setitas ( Seguidores del Set), Ravnos, Giovanni y Assamitas, comparten entre si una procedencia lejana y exótica como Egipto (Los Ravnos), y Asia (Los Assamitas).
Con estas misteriosas personalidades los jugadores de Vampiro: La Mascarada, se juntan a cualquier hora a simular que es noche, que están en lugares donde no están, se alimentan de sangre y viven aventuras.
Músico
“Nunca olviden que fueron libres”
por José Bustamante
Víctor Jara
“Canto Manifiesto”
Un espíritu que aun vaga en los rincones del sur
“Funcionarios y estudiantes, vamos adelante” canta un tumulto de trabajadores del Campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile.
A la cabeza, un funcionario de apariencia joven, delgado, de mediana estatura, ojos rasgados y cabellos ondulados que rozan su espalda, sostiene una enorme pancarta y vocifera junto a sus colegas. Al final del gentío, un estudiante sigue de cerca la manifestación y trata de aproximarse al funcionario. Sin duda el joven ha elegido un mal momento.
En las jornadas siguientes no ocurren situaciones muy distintas .Si la intención es tener al Feña para conversar largas horas, no habrá un momento óptimo. Es la naturaleza de la vida de Fernando Valdivia; una marcha interminable. Una marcha no muy rápida, pero constante, hacia los lugares que le importan y, junto a quienes les interesa. Una marcha rumbo a gritar-o cantar- mensajes al mundo.
Es viernes en la tarde en el Instituto de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile y Fernando Valdivia tiene poco tiempo para llegar al ensayo de grabación de su tercer disco.
“Feña ¿tienes cigarros?”, se acerca a preguntar un estudiante. Feña ¿a quién hay que entregarle estos papeles?, se suma otra joven sacudiendo unas hojas. ¡Hola Feña!, saluda un grupo desde lejos.
Ya son más de las 5; la jornada laboral del Feña ha culminado hace varios minutos y esos jóvenes lo tienen claro. El Feña los saluda y le dedica un rato a cada uno para responder a sus inquietudes. Cuando ya todos se han marchado, sonríe y declara “Me encanta la juventud”.
Fernando Rodrigo Valdivia Muñoz tiene 37 años; nació un 25 de Octubre de 1971 en la localidad de Rauco, VII región.
En su niñez jamás tocó un instrumento musical. “Lo único musical que tuve en la infancia fue el sonido del agua en el río y del viento que pasaba por las mazorcas. Siempre estuve muy atento a los sonidos”.
Tal era su atención al medio ambiente que invadía cada espacio de su pueblo rural, que en reiteradas ocasiones los profesores recomendaron derivarlo a especialistas por asegurar que la naturaleza se comunicaba con él.
Hoy, ya lleva más de 3 años trabajando en el acarreo de equipos tecnológicos y en la instalación de los mismos en las salas de clases de la Escuela de Periodismo y de la carrera de Cine de la Universidad de Chile. Trabaja en una de las capitales más contaminadas de América, a más de 180 kilómetros de distancia de su tierra natal y, aun así, el Feña continúa con la mirada atenta a cada arbusto, cada árbol y zona verde, esperando la aparición de algún “gnomo”, “ese pequeño ser vivo del que los humanos se han olvidado”.
Cuando, a los 13 años, el Feña abandona la pequeña comarca que lo cobijó desde su nacimiento, la vida de este músico se transforma en un desafío constante. “Cuando salí a recorrer a los 13 años, nunca más volví a mi casa”, señala Fernando.
De una escuela técnica de Curicó, egresa con el título de Técnico Mecánico e, inmediatamente, consigue un puesto de trabajo en Valparaíso.
Mencionar su estadía en la Quinta Región se transforma, a todas luces, en un tema complejo de tratar. En sus ojos se aprecia el esfuerzo que realiza por despertar fantasmas del pasado. Luego, con seguridad, declara: “En Valpo me rodeé de la gente equivocada. Al darte cuenta de lo solo que estás, empiezas a rellenar espacios con vicios. Ese fue el lugar donde conocí todo tipo de vicios y caí mas bajo que nunca”.
Como un adolescente turbado con el descubrimiento de un mundo nuevo, el Feña se hundió en un universo de alcohol y drogas, durante aquel periodo. Conoció, en los cerros de Valparaíso, amistades que le hicieron olvidarse de sus metas y llegó a sentir que “en mi interior estaba sucio, contaminado”.
En ese contexto es que la empresa lo envía a la capital a realizar un curso de motores en el barrio Bellavista.
Hoy, el Feña vive en Santiago, mas no es santiaguino. Su espíritu pareciera vagar en pueblos, cerros y campos del sur. Estar sentado a su lado se siente, a ratos, como estar junto a un ser difuso. Como estar viendo solo un rostro que, desde Rauco, se hunde en la marea capitalina solo para cumplir algunas obligaciones. “Nunca me gustó Santiago”, asegura convencido. A pesar de eso, desde aquel día en que fue enviado a especializarse al barrio Bellavista, su vida comenzó a sufrir quiebres positivos y aquello no lo desconoce.
Fernando conoce, en Santiago, a su actual mujer. El primer regalo que recibe de ella es una guitarra, una radio pequeña, un casette de Víctor Jara y un cancionero del mismo artista.
“Desde que comencé a salir con ella sentí un amor con una profundidad tan real, conocí a un ser que me exigía tan poco, que en ese momento abrí los ojos y descubrí el tipo de personas que había a mi lado hasta entonces”. Cuando el Feña se da cuenta de su realidad en la Quinta Región, con algo de sustancias alucinógenas en el cuerpo, toma una “decisión demasiado loca”: Fernando llena la tina de la habitación, que arrendaba en el puerto, con hielo que vendía la propietaria de la residencia. A continuación, busca un cuchillo en la cocina y “sin tener nunca la intención de matarme” se hunde en la tina y acerca el cuchillo a su pecho.
“En el estado en que estaba, lo que buscaba era abrirme y votar toda la suciedad que había en mi interior, todo lo negativo que había almacenado. Gracias a Dios reaccioné a tiempo de la tontería que estaba haciendo, salí de la tina y me fui a la pieza. Allí pesqué mi guitarra, puse el casette, observé los acordes del cancionero y, sin nunca antes haber empleado algún instrumento, me puse a tocar Manifiesto de Víctor Jara”.
Cuando comienza a tocar guitarra, el Feña descubre que en esa actividad obtenía la purificación que pretendía lograr en la bañera. “Empecé a darme cuenta de lo que era mi vida, de porqué estoy aquí, cuál es mi meta”.
Sin dudarlo dos veces, Fernando abandona, completamente, su vida en Valparaíso y parte de nuevo a la capital, se reúne con su amor y se dedica a presentar su música en los microbuses.
Es en aquellos medios de transportes, entonando canciones de la nueva Trova, en donde Fernando Valdivia conoce más gente que en toda su anterior travesía. Es en un microbús amarillo de la capital, donde el Feña conoce a un grupo de músicos de la Universidad de Chile, quienes, al carecer de un buen guitarrista, lo invitan a ser parte de su banda “Canto de Siembra”
Junto a su nueva banda componen más de 100 nuevos temas. Realizan más de tres conciertos, en uno de los cuales lograron repletar un recinto con más de 600 personas y vender, aquel mismo día, más de 1000 discos.
El Feña hoy tiene toda la experiencia de una carrera musical profesional, ya que para él los sueños no se toman a la ligera. Es por eso que se encuentra estudiando la carrera de Educación Diferencial. No porque considere que en la vida haya que seguir carreras universitarias, eso es lo primero que aclara: “lo hago solo para darle un buen porvenir a mis hijos. Después de esto estudiaré Música”.
Tiene 38 años y los sueños por realizar parecieran sudarle. Claramente la vida le enseñó demasiado. Talvez por eso su aspecto difuso, no está realmente sentado en un muro del Instituto de la Comunicación e Imagen. “Este es un lugar que amo”, asegura mirando a su alrededor. “Aquí se genera una fuerte relación con los jóvenes y eso me agrada. Me gusta observar a la juventud. He aprendido que el ser humano es libre hasta llegar a esa etapa. Después, todas las ideas y energía es aplastada por el sistema”.
A través de la música el Feña trata de enviar mensajes que, según sus palabras, “no pretendo que sean comprendidos”. Mediante sus letras, Fernando Valdivia busca contagiar lo que lo diferencia de quienes transitan junto a él. El Feña no está inmerso en el sistema y eso se nota. No se deja llevar por las masas, ni por lo que la sociedad indica que debe hacer. “Aprendí a vivir el momento. A vivir en las cosas simples, en las cosas realmente profundas”.
Si existe un mensaje que pueda dejarle a las nuevas generaciones, el Feña no titubea en transmitir: “Nunca olviden que fueron libres. Vuelvan siempre al cosmos, a seguir creando”.
HOJAS SECAS
Por Macarena Richmond
No crea que sólo el dinero hace la felicidad. Si bien es cierto que en algunas ocasiones la financia, también existen otras alternativas para alcanzar la dicha. Así es que no siga esperando encontrarse con Farkas para ser feliz, o quédese esperando, pero por mientras intente buscar fragmentos de felicidad en lo cotidiano, en lo que le provoca placer en el diario vivir
Por ejemplo, en una acción tan sencilla, como ir caminando por una calle o un parque, se puede lograr esa satisfacción momentánea. Es lo que sucede cuando voy por la calle, y escucho el paulatino "crunch" que se produce al pisar las hojas secas. Esa sinfonía fracturada que te relaja es algo así como pedacitos de felicidad accesible. Claro que el placer comienza antes del sonido. El sonido vendría a ser el clímax de toda la acción.
El placer comienza visualmente, cuando vas caminando aburridamente y derepente te encuentras a pasos de la hoja deformada por el pasar del tiempo, con un color entre café y amarillo (las más deformes y de color café claro completo son las mejores). De solo ver la forma de prominencias irregulares comienzo a imaginar la lenta quebrazón que se producirá.
Entonces decido avanzar. Levanto el pie, lo bajo y ahí está: el crujido extasiante comienza a hacerse realidad y también comienza a enviciarme pues enseguida empiezo a dar más pasos en busca del mismo sonido repetidas veces. Crunch, crunch, crunch, escucho (un ruido similar a los Petazetas, quizá por esta asociación comienzo a sentir mini explosiones en la boca). De repente me topo con alguna que otra hoja “pirata”, que por su apariencia te hace pensar que sonará, pero no, su consistencia es húmeda y queda intacta bajo el pie.
Y así sigo, haciendo crujir el pedacito de vereda que las abarca, crujir que no me dejará tranquila hasta que vea todas las hojas inflamadas convertidas en pequeños fragmentos, diminutos corpúsculos que al fin me dejan en paz. El objetivo está logrado, el oído ha concluido su orgasmo...Hay otros miles de grandes placeres, por ejemplo reventar los globitos chicos que tienen algunas bolsas, sentir olor a café de grano recien molido y miles de otras minucias en extremo agradables. Pqueños grandes placeres, todos a la vuelta de la esquina y lo mejor de todo es que son gratis.
Entonces,¿Cuál es tu pequeño gran placer?
Recuerdos de brillo, plumas y Bim Bam Bum
El sonido de un flash fotográfico. Imagen de una vedette siendo fotografiada. Cambia la imagen y aparecen el escenario, las cortinas rojas y el público, casi en su totalidad masculino. Comienza a sonar la música de una orquesta. Sonidos que rememoran un burdel, música alegre y cadenciosa. Aparecen las animaciones de unas vedettes moviendo sus sinuosos cuerpos, ataviadas de plumas y corpiños brillantes. Son las reinas del lugar. Luego, una por una se irá retirando del escenario. Los aplausos no se hacen esperar y comienzan a caer las plumas. Plumas rosa que permanecen cuando todo en la pantalla se desvanece y queda sólo el marco del escenario. Plumas que van cayendo como mecidas por el aire y que al desaparecer darán lugar para entrar al cabaret.
“Qué lindo, si es igual a ese tiempo. Yo cuando entré al Bim Bam Bum tuve que audicionar junto a dos amigas con las que nos vinimos de Temuco. No sabíamos nada, pero le pusimos empeño. Había muchísimas mujeres y tuvimos la suerte de ser seleccionadas”, comenta Marta Erice, tras ver la introducción de la página web oficial de Proyecto Cabaret, que es una investigación basada en las fotografías que el chileno David Rodríguez tomó trabajando en el Bim Bam Bum.
El proyecto, ganador de un Fondart, se enmarca en las iniciativas que se están desarrollando para conmemorar el Bicentenario y pretende aproximarnos a la bohemia y glamour vividos durante las décadas de los 50’ y 60’ en torno a la actividad revisteril. La idea parte cuando la antropóloga, Cristina Guerra, encontró 5000 negativos fotográficos en que aparecían vedettes, músicos y personajes que formaron parte de esas agitadas noches. Decidió restaurarlas y darlas a conocer mediante la página web www.proyectocabaret.cl.
Cristina encontró estas cajas repletas de negativos fotográficos abandonadas en el desván de la casa de su abuela. Marta no tiene un desván en su casa, pero atesora los recuerdos de eso años en un baúl que guarda dentro de un ropero. Marta decidió abrir su baúl y volver, por un ratito, a sus años de vedette.
De Temuco al Bim Bam Bum
Marta empezó en el Bim Bam Bum en el año 58, cuando tenía 18 años. Era la más chica, el resto de las vedettes rondaban los 24 ó 25 años, y más. Ella las encontraba viejas. El resto la encontraba chica. De edad y de porte. Marta medía 1, 58 m. Los avisos que aparecían en el diario, buscando chicas para el Bim Bam Bum, pedían como requisito medir 1, 70 m. Pero a Marta no le importó. Ella sabía que lo suyo era el baile y la cosa coquetona. Así que convenciendo a dos amigas suyas, se vino desde Temuco a buscar suerte.
A su familia le dijo que viajaba a Santiago para ser bailarina o artista. La escucharon y la dejaron ir. No había tiempo para discutir, pues las labores del campo apremiaban. Ella lo sabía, así es que no les quitó más tiempo y emprendió el viaje con sus amigas. Sabía que lo lograría. Y tenía razón, fueron aceptadas las tres. Empezarían como coristas de tercera línea.
Ensayaban todos los días, de tres a cuatro horas. El coreógrafo era exigente y antipático con las que no demostraban interés. Marta era dedicada y realizaba todos los ejercicios que le daban. Sabía que en el escenario la seguirían muchos ojos, incluyendo los del dueño, el uruguayo Buddy Day, quien no tendría reparos en descontarle del sueldo si se equivocaba y estropeaba la coreografía. De seguir esas descoordinaciones y distracciones, el sobre azul no tardaría en aparecer. Había que concentrarse. Era una artista y se debía a su público.
El esfuerzo y dedicación le hicieron pasar a la primera fila del coro, faltaba sólo un poco y podría brillar como primera vedette. Por mientras, seguiría perfeccionándose y bailando lo mejor y más femeninamente que podía. Era encantadora, lo sabía pues los admiradores le sobraban. A la salida del espectáculo se llenaba de hombres que esperaban dar la mano y felicitar a las estrellas del Teatro Ópera, lugar donde se presentaba la revista del Bim Bam Bum. Entre esos hombres muchos esperaban a Marta, le regalaban flores, le mandaban bombones y le enviaban invitaciones, sobre todo de los típicos peladitos de la primera fila, los que tenían más dinero.
También le tocó recibir cartas de reos que le declaraban admiración y le pedían una foto. Ella les contestaba. Si podía darles una pequeña felicidad por qué se iba a negar. Aparte que eran respetuosos, no frescos y morbosos como ahora. Pero los peladitos y los presos sólo se tendrían que conformar con un saludo, las cartas y las fotos porque Marta pololeaba con un jugador “muy, muy famoso”, en esos años, de la UC, “prefiero no dar nombres porque ahora está casado con una española ‘muy, muy conocida”, señala Marta con aires de importancia.
Vuelan las plumas
Era a comienzos del 62’ cuando a Chile llegó, desde Argentina, un coreógrafo que andaba en la búsqueda de niñas para conformar una revista que se presentaíra en distintos países a modo de gira. Marta ya cumpliría cuatro años trabajando en el Bim Bam Bum y aún seguía en primera fila como corista. Sentía que no avanzaría, así es que decidió probar suerte y audicionó para conformar la revista de este coreógrafo argentino.
Le fue bien y viajó, junto a ocho chicas más, a Perú. Pasó un tiempo y Marta logró ser primera vedette. Las envidias no tardaron en llegar y con ello los codazos, empujones y plumas rotas antes de salir al escenario. Había quienes no la querían presentar, pero el encanto y dedicación de Marta hicieron que el dueño del teatro pusiera los puntos sobre las íes: “todos son necesarios, pero nadie indispensable, así es que si a alguien no le gusta se puede ir”.
En este tiempo Marta conoció a un “muy, muy, famoso” boxeador argentino, campeón mundial de peso pluma. Se llamaba Pascual Pérez y sería uno de sus más fieles admiradores, mandándole postales desde las distintas partes a las que le tocaba viajar. - “Esta de aquí me la mandó desde Tailandia”- me cuenta Marta- ¿Y sigue hablando con él o lo ha vuelto a ver?- No, ya no. Mejor que no me vea, que siempre se acuerde de mi bonita y sin arrugas- comenta soltando una carcajada.
Desde su estadía en Perú vendrían giras por distintos países como Ecuador, Brasil y Centroamérica para terminar quedándose en México. Aquí estuvo por seis años en un night club, hasta que el encargado de administrar la revista las dejó solas. Ahí la mayoría de las integrantes se dispersaron. Marta volvió a Perú donde conocería a un “muy, muy conocido y famoso” jugador de fútbol uruguayo. Él era mediocampista en la selección de su país. Él fue el papá de la única hija que tuvo Marta. El tesorito de su vida, por quien abandonaría su vida de artista.
Bebet artesana
“A mi hija le gustaban estas cosas. Cuando era chiquitita, se ponía los zapatos de tacos y el brassier se lo colocaba en la cabeza como gorro”, dice Marta mientras suelta una carcajada evocando esos momentos. Su hija se llama Andrea y ya tiene 34 años. También tiene una nieta, de 19. “Mi nieta, cuando era chica y escuchaba que yo abría el baúl, llegaba corriendo a pedirme que le mostrara las cosas de cuando yo era bebet- se ríe-. Bebet me decía”.
Marta tiene los ojos luminosos, tanto como el brillo de las prendas que acaba de mostrarme. Las que quedan afuera las toma con cuidado, casi acariciándolas para guardarlas en su baúl. Ha llegado la hora de cerrarlo y volver a su local en la feria artesanal de calle Compañía. Aquí, a sus 68 años, debe colaborar con los otros pocos locatarios, para despejar el pasillo y dejar libre el camino para que las personas, que pretende enviar la municipalidad, puedan trabajar tranquilas y ampliar el lugar.
“Siempre me han gustado las cosas manuales y en el campo se da harto eso. Cuando era chica y ayudaba a mi mamá a hacer pan, siempre sacaba un pedacito de masa para darle una forma bonita. Es lindo dar forma a las cosas o hacer collares. Aquí llevo veinticinco años. Siempre me gustaron las artesanías, debe ser porque de chica vi a tías y a mi abuela hacer manualidades. Cuando me iba de gira siempre visitaba las ferias artesanales del lugar. Deben ser las raíces que me tiraron”, señala con rostro radiante mostrando su pequeño local.
Me quedo viendo lo que vende, mientras Marta corre a ayudar a martillar unas tablas en el techo del local contiguo. Se despeina en la faena. Cuando vuelve a despedirse, sus manos están sucias y al tocarlas se sienten ásperas. Queda poco de la, alguna vez, emplumada vedette. Más cuando el baúl se cerró y quedaron dentro los taco aguja y la lencería brillante. Marta agradece la visita. Agradece revivir sus recuerdos de admirada y deseada mujer.